María Eugenia y María Paola Romero son hermanas gemelas de 45 años de edad. Durante más de 30 años les ocultaron que habían nacido en Mar del Plata. Fueron adoptadas cuando tenían dos meses de vida.
Las hermanas se acercaron a la redacción de Diario Río Uruguay para dar a conocer su historia y alimentar la esperanza de poder dar con su familia biológica, ya que desde hace 15 años -cuando conocieron su verdadero origen- es que “estamos buscando nuestra identidad” y conocer la verdad de su origen o de sus padres biológicos.
María Eugenia fue la primera en romper el hielo y relatar que “empezamos la búsqueda tras la muerte de nuestra madre del corazón”, hecho que ocurrió hace pocos años y marcó una verdadera vuelta de página, explicando que si antes empezaban a investigar se corría el riesgo “de hacer que (su madre adoptiva) se sintiera mal y podría llegar a ser una falta de respeto para ella”. Evidenciando así que en todo momento agradecen que sus padres "del corazón" les hayan dado todo lo que hoy tienen.
Tras ese lamentable hecho, ambas decidieron enfocarse “en la búsqueda de nuestra verdadera identidad", comenzando hace tres años a través de las redes sociales, pero “no hemos obtenido datos certeros”. Solo les sirvió para contactarse con otras personas con historias similares o con personas nacidas en esa época. Admiten que cuando iniciaron la búsqueda pensaban que “podía llegar a ser fácil”, porque los nacimientos múltiples no eran comunes en esa época, pero no fue así.
La esperanza firme
Consultadas sobre cómo se imaginan la reacción de encontrarse con sus familiares biológicos, ambas lo sueñan como “la mayor felicidad”, porque “es un vacío muy grande el que tenemos y necesitamos cubrirlo”. Sincerando que “lo único que tenemos de familia de sangre somos nosotras dos, yo la tengo a mi hermana y mi hermana a mí”, dijo María Eugenia.
Contaron que mucha gente les pregunta ¿porqué de grandes decidieron buscar su verdad? y ellas siempre responden: “solamente el que lo vive, sabe lo difícil que es no saber de dónde venís, no saber sobre tus raíces”, hasta incluso desconocer si corren riesgo de alguna enfermedad genética.Aclarando que no tienen la intensión recriminarle nada a su familia biológica, “solo conocerlos”.
Otro de los motores que impulsa la búsqueda es la motivación de conocer si además de padres en vida, también tienen hermanos y sobrinos. Aseverando que “uno tiene el derecho y la obligación de saber cuál es su origen”, aseverando que “no hay edad para conocerla verdad”.
Una vuelta de página
María Eugenia y María Paola Romero se enteraron que eran hijas adoptivas cuando tenían 30 años, por una vecina que le comentó a Eugenia que no eran hijas de Elsa (su madre adoptiva), por lo que de inmediato consultaron al hermano de su madre, quien “se puso nervioso, no podía responder y entonces nos miramos y dijimos: somos adoptadas”.
A partir de allí comenzaron a sumarse las voces que “daban a entender que éramos adoptadas”, pero su madre (adoptiva) había logrado que nadie dijera nada concreto. Concluyendo en que “se había hecho como un pacto de silencio sobre que fuimos adoptadas”.
Precisando que en el caso del padre adoptivo, falleció cuando ellas tenían 18 años y que nunca había brindado ningún detalle y “llevo el secreto a la tumba”.
A orillas del mar
La única certeza que tienen sobre su origen las hermanas es que nacieron en Mar del Plata y que el parto se realizó en una clínica privada. Fueron anotadas el 21 de septiembre de 1970, pero estuvieron dos meses en incubadora, es decir que tampoco conocen la fecha exacta de su nacimiento.
La historia tiene a su vez varios hechos que deberán ser motivo de investigación. Como por ejemplo que en la mencionada clínica se registró a su madre adoptiva como que había dado a luz a gemelas, por lo que en su partida de nacimiento figuran como hijas naturales de Elsa Hilda Olivieri y César Carlos Romero. En un documento que está firmado por un médico identificado como Félix Rébola.
Las mujeres entienden que el disparador puede haber sido que su madre (en ese momento la pareja vivía en Mar del Plata) tenía muchos deseos de tener un hijo, tras la pérdida de seis embarazos. Paradójicamente, años más tarde de la adopción, sus padres “del corazón” tuvieron una niña tras un embarazo sin complicaciones.
Por último, expresaron un mensaje para a la gente que pasa por una situación similar, enfatizando que “nunca se deben bajar los brazos, hay que perseguir siempre la verdad”, más allá del motivo por el cual no vivieron con su familia biológica.