Por Diputado Javier Faroni(FR)
Presidente de la Comisión de Asuntos Culturales de la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires.
La cultura es todo, está cerca y lejos, asequible pero inmaterial. Nos acerca y nos aleja, nos iguala y nos diferencia. La cultura somos todos y todo, nuestros valores y costumbres, nuestros derechos y obligaciones, nuestros errores y virtudes.
Por lo tanto, la cultura nacional o mejor dicho nuestra cultura, la de los argentinos, es nada más ni nada menos que todo lo que hace a nuestra identidad, es decir, lo que nos remonta a los orígenes históricos de nuestra nación, donde a partir de diversos fenómenos políticos y sociales hemos llegado a lo que hoy somos, un país joven con tan solo 200 años de independencia.
En consecuencia, hoy 29 de julio al conmemorarse el Día de la Cultura Nacional, estamos ante una fecha patriótica en la cual reconocemos y celebramos nuestra idiosincrasia, nuestro ser nacional, nuestro gen argentino. Es el homenaje a la diversidad y eclecticismo que felizmente tiñe a nuestra Argentina como un pueblo tolerante, amigable y patriota. Y que mejor, que celebrarlo en una fecha en la que se recuerda al periodista, escritor y profesor tucumano Ricardo Rojas, autor de grandes obras como, “Blasón de plata”, “El Santo de la Espada” y “El profeta de la pampa”, quien falleciera en Buenos Aires un 29 de julio de 1957.
Cabe recordar, que tras 25 años de su muerte, un decreto presidencial allá por el año 1982, instituyó el Día de la Cultura Nacional en conmemoración a la vida y obra de este célebre escritor y profesor universitario. Aunque nobleza obliga, creo que en casos como estos cuando pretendemos reconocer la vida y obra de un personaje histórico, deberíamos homenajear a las personalidades instituyendo celebraciones o festividades el día de su nacimiento y no en el de su fallecimiento. Diferencias de forma sí las hay, que nunca pueden desvirtuar el fondo noble y justo de un reconocimiento como éste.
Hoy a 34 años de la implementación de este Día de la Cultura Nacional, donde como pueblo hemos recuperado la democracia y pasado por tantos momentos, algunos malos y otros buenos, pero en donde siempre se ha impuesto la perseverancia y el sacrificio de todos los argentinos para salir adelante, tenemos que estar más comprometidos que nunca como ciudadanos y, sobre todo desde la clase dirigente, para impulsar y fomentar la cultura nacional.
Ya que, trabajar por y para la cultura nacional, es fortalecer nuestra identidad, nuestros valores, es contribuir para ser mejores ciudadanos. Implica achicar progresivamente las desigualdades sociales, para dar lugar y hacer posible todas las expresiones artísticas que tanto relatan, sienten y manifiestan la voz de un pueblo.
Este sentido colectivo y comunitario de la cultura, se debe a que ésta atraviesa a todos los sectores de la sociedad, alcanzando y contribuyendo a los procesos de formación de identidad de todos los ciudadanos y a la construcción de una idiosincrasia que define el tipo de sociedad y estado que se pretende. En una sociedad -global- cada vez más individualista, la cultura nos hace asumir ese desafío de vernos igualados en un mismo plano y tener que trabajar colectivamente para poder definir un destino social y político sustentable para todos.
En razón de ello, desde que asumí mi banca de diputado, estoy trabajando por y para la cultura. En mi rol de legislador, lo hago presentando proyectos como el de Mecenazgo, Promoción de la Actividad Coral, Regulación de los Museos y Centros de Exposiciones Culturales, y además, presidiendo la Comisión de Asuntos Culturales de la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires, donde estamos concientizando a la clase dirigente de la importancia que tiene trabajar prioritariamente en esta área tan sensible de un pueblo que, como dijimos, atraviesa a todos los sectores de la sociedad.
Justamente por su sensibilidad social y comunitaria, el desafío que tenemos como argentinos y sobre todo las autoridades políticas, es poner todos nuestros esfuerzos en la planificación y ejecución de políticas culturales, generando progresivamente un efecto replicador que las hagan múltiples, variadas e intersectoriales. Es decir, generar una gran conciencia colectiva que demande y diseñe oportunidades para promover e incentivar un auge en la aparición y formación de talentos artísticos, en el cuidado del Patrimonio Histórico Cultural y en el desarrollo de todo proyecto o manifestación cultural; ya que son cuestiones altamente positivas y perceptibles para todos los argentinos, que implican un salto cualitativo y sustentable para toda la ciudadanía.
Por lo tanto, hoy 29 de julio, que celebramos el Día de la Cultura Nacional, es una buena oportunidad para seguir trabajando todos los días, como debe ser, por y para el fortalecimiento de la cultura de nuestro pueblo, que tanta falta nos hace.
Aclaración: La opinión vertida en este espacio no siempre coincide con el pensamiento de la Dirección General.