Así se expresó monseñor Antonio Marino quien presidió la misa central en honor a San Cayetano, en el templo dedicado al santo del pan y del trabajo, que está ubicado en Moreno 6776, de nuestra ciudad. Con espigas en las manos, para pedir, agradecer o por cariño al santo; miles de fieles se acercaron durante toda la jornada, pero especialmente durante el horario de la procesión y misa que se realizó a las 15.
El párroco, Juan Pablo Cayrol, y otros sacerdotes concelebraron la multitudinaria eucaristía, que como es tradición se realiza en el altar montado especialmente para la ocasión, al costado del templo.
Hoy recordamos a un discípulo ejemplar, fiel hijo de la Iglesia y modelo de pastor para el pueblo de Dios. San Cayetano supo expresar con su conducta un abandono confiado en la divina Providencia de Dios Padre, según la enseñanza de Jesús que él tomó como lema inspirador para la Orden de los Clérigos Regulares Teatinos que él fundó: ‘Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura’. Pero de esta plena confianza en el amor providente y misericordioso de Dios, supo también sacar fuerzas para expresar con sus gestos a entrañable misericordia de nuestro Dios”, inició diciendo el obispo en su homilía.
Haciendo alusión, a la situación social y económica, monseñor Marino, refirió “ante las circunstancias actuales, en las que muchos hermanos nuestros carecen de bienes indispensables para vivir dignamente, cabe preguntarnos si hemos entendido bien esta enseñanza evangélica. Hay hogares en los que escasea el pan, y son muchos quienes no pueden experimentar el derecho y la dignidad de ganarlo para sí y su familia, mediante el trabajo. Cuando no se puede dar satisfacción a requerimientos primarios, nos interrogamos: ¿qué significa para nosotros, como creyentes en Cristo y en cuanto Iglesia congregada en su nombre, este abandono confiado en la divina Providencia y la invitación de Jesús de no inquietarnos por el mañana? Este abandono en la Providencia, esta prioridad absoluta que otorgamos a la voluntad de Dios, lejos de enfriar nuestro entusiasmo por volver más humana nuestra vida y la de los demás, despierta en nosotros las energías de la esperanza y reaviva la llama del compromiso de luchar por un mundo más conforme con la vocación del hombre y con la gloria de Dios. Tanto si somos simples ciudadanos o bien funcionarios responsables del bien común, nuestra fe cristiana nos lleva al compromiso, nunca a la negligencia”.
Finalmente, citó el mensaje que escribió el papa Francisco, días atrás al presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Arancedo: “nos dice el papa Francisco: A San Cayetano pedimos pan y trabajo. El pan es más fácil conseguirlo porque siempre hay alguna persona o institución buena que te lo acerca, al menos en Argentina donde nuestro pueblo es tan solidario. Hay lugares en el mundo que ni esa posibilidad tienen. Pero trabajo es tan difícil lograrlo, sobre todo cuando seguimos viviendo momentos en los cuales los índices de desocupación son significativamente altos. El pan te soluciona una parte del problema, pero a medias, porque ese pan no es el que ganás con tu trabajo. Una cosa es tener pan para comer en casa y otra es llevarlo a casa como fruto del trabajo. Y esto es lo que confiere dignidad”. “Siguiendo estas orientaciones de nuestro papa, como Iglesia escuchamos, acompañamos, bendecimos, expresamos nuestra cercanía y comprometemos nuestra oración; y sobre todo exhortamos a no perder la esperanza y abrirnos a la fe en un Dios que cuida de nosotros con amor providente y misericordioso”, concluyó el obispo de Mar del Plata.
Al finalizar la eucaristía, como es tradición, el padre Juan Pablo Cayrol hizo levantar los objetos religiosos y las llaves de las casas y de los autos, para que sean bendecidos por el obispo. Acto seguido, pidió a todos los fieles levantar sus manos para que también reciban la bendición de monseñor Marino. El sacerdote agradeció a todos los que llegaron durante este domingo al santuario de San Cayetano, y sobre todo a la gran cantidad de voluntarios que se sumaron a colaborar para servir a todos los que se acercan durante este 7 de agosto “hay mucha gente que colabora en forma anónima, y me decía, padre esto es para tal cosa o tal otra; hay tantos otros gestos lindos, el santuario está lleno de gestos caritativos. Por eso a todos los que han ayudado a hacer esta fiesta, qué Dios los bendiga”.