Miguel Angel Bravo, de 35 años, regresaba de Chaco hacia Mar del Plata en su Jawa 350 después de un viaje entre amistades y familiares. Era domingo a la madrugada. La faltaban unos pocos kilómetros para llegar y sucedió algo que aún es un misterio: tras salirse de la banquina a alta velocidad quedó gravemente herido. Un llamado telefónico sin precisiones a su hermana derivó en el inicio de una búsqueda que acabó más de 48 horas después cuando Bravo fue hallado sin vida cerca de Vivoratá.

La historia es estremecedora porque Bravo aguardó por la ayuda que nunca llegó hasta el momento de su muerte, sin poder hacer demasiado por sobrevivir. A sólo tres metros de una de las rutas más transitadas del país. El cuerpo estaba junto a su motocicleta, en una cava anegada por las últimas lluvias, y si bien los primeros indicios marcan que se trató de un accidente para confirmarlo de manera oficial se esperará el resultado de la autopsia.

“Vengan a buscarme, no me puedo mover. Tuve un accidente pasando Mar Chiquita”, fue lo que alcanzó a decir Bravo a las 4.30 de la mañana del domingo por su teléfono. A partir de entonces se sucedieron algunos equívocos que hicieron demorar los operativos hasta ayer después del mediodía.

En realidad lo que ocurrió fue que en primera instancia intervino el fiscal Juan Pablo Lódola, quien no recibió ninguna información precisa de la policía marplatense (comisaría decimosegunda), donde la familia de Bravo radicó la denuncia. Además, el dato de Mar Chiquita llevó a pensar que el motociclista regresaba a Mar del Plata por la ruta 11, lo que provocó algo de desconcierto. Finalmente fue necesario el testimonio de un amigo del Chaco para confirmar que lo hacía por la Autovía.

Una versión sostiene que Bravo había efectuado una transacción inmobiliaria en aquella provincia y que llevaba encima una importante suma de dinero. “Es un dato que estamos evaluando pero que no tenemos confirmado”, explicaron desde la fiscalía descentralizada a cargo de Diego Benedetti, que intervino en el caso.