Francisco dijo al pueblo argentino que los lleva en su corazón, porque es “la riqueza más grande de nuestra Patria” e insistió en pedirles que "esa Patria que necesita que cada uno de nosotros le entreguemos lo mejor de nosotros mismos, para mejorar, crecer, madurar”.
El papa Francisco pidió al pueblo argentino que “se ponga la Patria al hombro” y trabaje para crear la “cultura del encuentro”, en un video de 11 minutos difundido este mediodía desde el Vaticano, en el que ratificó que en el 2017 no podrá visitar el país por compromisos ya asumidos.
“Es el amor a la Patria que me lleva a pedirles, una vez más, que se pongan la Patria al hombro, esa Patria que necesita que cada uno de nosotros le entreguemos lo mejor de nosotros mismos para mejorar, crecer, madurar", afirmó en el mensaje, de tono coloquial, que se conoce a 15 días de que se produzca el segundo encuentro con Mauricio Macri, en momentos en que la Iglesia argentina pide que se llame a un diálogo social entre los sectores de la producción y el trabajo, y el gobierno avanza en esa línea al convocar en las últimas horas a gremios y empresarios, tras un nuevo encuentro que mantuvo ayer con la cúpula de CGT.
Según fuentes oficiales, el mensaje papal fue muy bien recibido en el Gobierno, quien conocía su contenido con anticipación. Lo calificaron como “tranquilizador”, de cara al segundo encuentro.
En línea con lo que representa uno de los ejes discursivos de su pontificado, Francisco aseguró que el compromiso de trabajar por la Patria "nos hará lograr esa cultura del encuentro que supera todas estas culturas del descarte que hoy en el mundo se ofrecen por todas partes".
En ese marco, el Papa pidió por "una cultura del encuentro donde cada uno tenga su lugar, que todo el mundo pueda vivir con dignidad y que se pueda expresar pacíficamente sin ser insultado o condenado, o agredido, o descartado. Esa cultura del encuentro que todos tenemos que ir buscando, con la oración y la buena voluntad".
En el mensaje, Francisco ratifica además que en 2017 no podrá visitar la Argentina por los compromisos ya asumidos, pero deja en claro que lleva al pueblo argentino “en el corazón” y expresó su “amor por la Patria”. De esta manera, el Papa da por terminadas las especulaciones y confirma con sus propias palabras la información que ya venía trascendiendo por canales extraoficiales y por comentarios de los argentinos que lo visitaron en el último tiempo en la intimidad de la residencia Santa Marta. "Está de más decir que yo hubiera querido ir a Argentina a beatificar a Mama Antula y a canonizar al Cura Brochero, pero no pude hacerlo, no es posible", aseguró el Pontífice.
Tras la reunión con Francisco, programada para el sábado 15 de octubre en horario y lugar todavía a confirmar, Macri y una importante comitiva argentina participarán en la Plaza San Pedro de la ceremonia en la que el Cura Brochero se convertirá en el primer santo nacido y muerto en Argentina.
"Ustedes no saben cuánto me gustaría volver a verlos. Tampoco podré hacerlo el año próximo porque ya están compromisos fijados para Asia, África, y el mundo es más grande que Argentina, y bueno, pero hay que dividirse. Dejo en manos del Señor que Él me indique la fecha", sostuvo el Papa en el mensaje difundido en la tarde romana, mientras Francisco llegaba a Georgia en la primera escala de un viaje de tres día al Cáucaso.
Por otro lado, en su mensaje, Bergoglio expresó que “el pueblo argentino es mi pueblo, ustedes son importantes, yo sigo siendo argentino”, y recordó que todavía viaja con pasaporte argentino en cada uno de sus recorridos por el mundo. "Estoy convencido que, como pueblo, son el mayor tesoro que tiene nuestra Patria. Cuando recibo cartas de ustedes, tantas que no a todas puedo responder, seguramente una que otra para hacerme presente, me consuelo, me da gozo y eso me lleva a rezar y rezo por ustedes en la misa, por las necesidades de ustedes, por cada uno más de ustedes", agregó.
Francisco dijo además que le “llama la atención que a la Argentina se le alaba por su geografía, su riqueza. Tenemos de todo: montañas, bosques, llanuras, costas, todas las riqueza en minería” pero destacó que “la riqueza más grande que tiene nuestra Patria es el pueblo”.
“Ese pueblo que sabe ser solidario, que sabe caminar uno junto a otro, que sabe ayudarse, que sabe respetarse, es ese pueblo argentino que no se marea, que sabe encontrar sabiduría, y cuando se marea, los otros lo ayudan a que se le vaya el mareo", dijo el Pontífice y agregó: "Yo a ese pueblo argentino lo respeto, lo quiero, lo llevo en mi corazón”.
Para finalizar su mensaje, Francisco dijo a los argentinos que, “aunque no podamos estrecharnos la mano, cuenten con mi memoria y mi oración para que el Señor los haga crecer como pueblo” y añadió: “Pueblo que se reencuentra, trabaja unido y busca la grandeza de la Patria, esa Patria que es propia, es nuestra, no es de los otros, es nuestra".
“Queridos hermanos, queridos compatriotas, me siento hablándoles como en casa. Gracias por todo lo bueno que hacen cada día. Que el Señor los bendiga”, sostuvo y propuso a los argentinos que “hagan alguna obra de misericordia todos los días o cada dos días”, en el marco del Año de la Misericordia que estableció.
Texto completo del videomensaje
Queridos hermanos y hermanas:
En este año en que todavía estamos respirando el ambiente de los festejos del Bicentenario, suceden dos hechos que hacen a nuestra historia, dos hechos que son muy importantes y muy fuertes, y que yo valoro mucho: uno es la beatificación de Mama Antula, una mujer que ayudó a consolidar la Argentina profunda y el otro es la próxima canonización del Cura Brochero, ese cura gaucho que tuvo compasión de sus queridos serranos y luchó por su dignificación.
Está de más decir que yo hubiera querido ir a la Argentina a beatificar a Mama Antula y a canonizar al Cura Brochero, pero no pude hacerlo, no es posible. Ustedes no saben cuánto me gustaría volver a verlos. Y tampoco podré hacerlo el año próximo porque ya están los compromisos fijados para Asia, África, y el mundo es más grande que Argentina, y bueno, pero hay que dividirse, dejo en manos del Señor que Él me indique la fecha. Pero teniendo en cuenta estos acontecimientos y teniendo en cuenta que el año que viene tampoco voy a poder ir, opté por comunicarme con ustedes de esta manera.
Para mí el pueblo argentino es mi pueblo, ustedes son importantes, yo sigo siendo argentino, yo todavía viajo con pasaporte argentino. Estoy convencido de que como pueblo son el mayor tesoro que tiene nuestra Patria. Cuando recibo cartas de ustedes, tantas que no a todas puedo responder, seguramente una que otra para hacerme presente, me consuelo, me da gozo y eso me lleva a rezar y rezo por ustedes en la Misa, por las necesidades de ustedes, por cada uno más de ustedes. Es el amor a la Patria que me lleva a eso y es lo que me lleva también a pedirles, una vez más, que se pongan la Patria al hombro, esa Patria que necesita que cada uno de nosotros le entreguemos lo mejor de nosotros mismos, para mejorar, crecer, madurar. Y esto nos hará lograr esa cultura del encuentro que supera todas estas culturas del descarte que hoy en el mundo se ofrecen por todas partes. Una cultura del encuentro donde cada uno tenga su lugar, que todo el mundo pueda vivir con dignidad y que se pueda expresar pacíficamente sin ser insultado o condenado, o agredido, o descartado. Esa cultura del encuentro que todos tenemos que ir buscando, con la oración y la buena voluntad.
A mí me llama la atención que a la Argentina se la alaba por su geografía, su riqueza, Tenemos de todo: montañas, bosques, llanuras, costas, todas las riquezas en minería. Tenemos todo. ¡Qué país rico! Pero la riqueza más grande que tiene nuestra Patria es el pueblo, ese pueblo que sabe ser solidario, que sabe caminar uno junto a otro, que sabe ayudarse, que sabe respetarse, es ese pueblo argentino que no se marea, que sabe encontrar sabiduría, y cuando se marea, los otros lo ayudan a que se le vaya el mareo. Yo a ese pueblo argentino lo respeto, lo quiero, lo llevo en mi corazón, es la riqueza más grande de nuestra Patria. Y aunque no podamos estrecharnos la mano, cuenten con mi memoria y mi oración para que el Señor los haga crecer como pueblo. Pueblo que se reencuentra, trabaja unido y busca la grandeza de la Patria, esa Patria que es propia, es nuestra, no es de los otros, es nuestra. Gracias por todo lo bueno que hacen cada día. Que el Señor los bendiga.
Estamos en el Año de la Misericordia, y como despedida de esta charla, de este monólogo pero que quiere ser una charla, me atrevo a proponerles, como las maestras de antes, los deberes para la casa. Les propongo que en este Año de la Misericordia hagan alguna obra de misericordia todos los días o cada dos días si no pueden todos los días; y no se enojen si yo se las leo para recordárselas. Están las obras de misericordia corporales y las espirituales. En su mayoría, se toman una lista que el Señor hace en las Bienaventuranzas, en Mateo 25, en todo el Evangelio. Son obras concretas de misericordia que si cada uno de nosotros hace una al día o una cada dos días, el bien, el bien, que haremos a nuestro pueblo:
- Visitar a un enfermo, visitar a los enfermos, es una obra de misericordia;
- Dar de comer al hambriento. Hay gente que tiene hambre;
- Dar de beber al sediento, tiene sed material y espiritual, a veces;
- Dar posada al peregrino, es decir, darle lugar al que no tiene casa, al que no tiene techo;
- Vestir al desnudo, es decir, que la gente tenga vestido, que no pase frio en invierno;
- Visitar a los presos. Tantas veces la Iglesia insiste sobre esto;
- Y enterrar a los difuntos.
Estas serían las siete obras de misericordia corporales, y otras siete espirituales:
- Enseñar al que no sabe;
- Dar un buen consejo al que lo necesita;
- Corregir al que se equivoca;
- Perdonar al que nos ofende. ¡Qué difícil es perdonar! Todos hoy en el mundo necesitamos perdonar mucho y ser perdonados;
- Consolar al que está triste;
- Sufrir con paciencia los defectos del prójimo. Hay gente que a veces nos hace perder la paciencia, y sufrir con paciencia sus defectos, es una obra de misericordia;
-Y rezar a Dios por los vivos y por los muertos.
No sé queridos hermanos, queridos compatriotas, me siento hablándoles como en casa, me acerco a ustedes en esta ocasión, donde todavía se respiran los aires de los festejos del Bicentenario y donde están estos dos hechos de la canonización del Cura Brochero y la beatificación de Mama Antula, dos personas, un hombre y una mujer, que trabajaron por la Patria y por la evangelización. Así que en medio de todo esto los saludo, les doy mi cariño, y les digo – parece un poco raro, pero la estiro el tiempo como el elástico- hasta pronto, y no se olviden de rezar por mí. Gracias. (Radio Vaticana).+