Por Santiago Bonifatti
Concejal de Acción Marplatense
Empecemos por no mentirnos a nosotros mismos: el intendente Arroyo tiene serios problemas para gobernar. Nadie lo discute. Son muchos los ejemplos de malas decisiones y acciones, renuncias, exabruptos.
Este desmanejo claramente tiene un responsable. Sin embargo, más allá de Arroyo, Mar del Plata merece que pensemos en ella, y dejemos de lado el dedo acusador.
Hace un tiempo que venimos viendo y escuchando que la ciudad “se prende fuego”. La gente lo ve en los medios de comunicación y lo comenta en la calle como quien no puede parar de masticar una fea noticia y en “el boca en boca” se va armando una bola de nieve colectiva.
Algunos dirigentes políticos marcan cotidianamente la cancha a favor y en contra de los partidos a los que representan. Pero todos en democracia debemos dar los debates respetando los resultados. Festejando cuando ganamos y reconociendo la derrota cuando no es así. Debemos respetar las decisiones del pueblo que surgen del voto.
El intendente Carlos Arroyo asumió hace diez meses y somos muchos los que pensamos que debería encontrar la forma de mejorar su gobierno y completar su mandato. ¿Por qué? Porque Mar del Plata merece que así sea. Porque una destitución política de un intendente tiene consecuencias negativas para la ciudad.
El mesías político
Es bastante común pensar que frente a un problema, y señalado al responsable del mismo, vendrá un mesías a solucionar todo. Esto no es más que una ilusión. La historia nos demuestra que nadie tiene las herramientas suficientes para ser el salvador de un desastre, aunque en un plano alejado de la religión, sea una postura infantil pensarlo. Las soluciones siempre aparecen en manos de muchos, que piensan que ponerse de acuerdo y cuidar la gobernabilidad es un valor enorme.
La tentación de esperar que alguien llegue en medio del caos y resuelva todo existe. Pero tampoco debemos favorecer una postura ingenua que no solo no nos permita pensar más allá, sino que también colabore sumando al caos para “arrancar de cero”. Esto no va a suceder.
El mesías político no existe: es una fantasía. Lo que sí existe es una ciudad complicada, con serios problemas de conducción política en su gobierno, con dificultades en su vinculación con estamentos provinciales y nacionales, con una temporada inminente que nos augura malas cifras para nuestro sector turístico. Eso es real y precisa que seamos muchos los que nos ocupemos.
No se trata de un problema de Arroyo o de Vidal. Ya todos sabemos cuáles son las fallas a esta altura. Los actores políticos locales, provinciales y nacionales y la población en su conjunto ya lo sabe. Mar del Plata no precisa prenderse fuego ni una destitución: un gesto de madurez política será cuidar a Mar del Plata.
El beneficio secundario
Solemos pensar que el caos no le conviene a nadie. Que todos evitamos el conflicto, que si las cosas empeoran lo hacen por inercia propia. Pues bien, sabemos que esto no siempre es así. No hacer es tan comunicativo como hacer y dejar que otros hagan. No existe la imparcialidad, ¿se es imparcial a favor de quién?
Si la ciudad empeora por impericia, negligencia o ignorancia política, perjudica en la opinión pública al gobierno de turno que no estaría pudiendo conducir el presente y mucho menos el destino del municipio. Pero si además de eso, quienes no la gobernamos desde un rol ejecutivo, no aportamos para que mejore, claramente contribuimos a su derrumbe: somos cómplices de la caída de la gobernabilidad.
¿A quién le conviene pensar que Mar del Plata se hunde en manos de Arroyo? ¿A nadie? ¿Qué hay detrás de este relato? Las respuestas son tantas como la imaginación lo permita. Más que exponer nombres propios, el éxito de estas líneas será visibilizar que hay gente pensando en los beneficios del caos, más allá de la torpeza de los protagonistas.
La gobernabilidad: un bien común
Hace algún tiempo, algunos medios de comunicación han estado reproduciendo distintas versiones de una desvinculación de la Gobernadora María Eugenia Vidal con el Intendente Carlos Fernando Arroyo, algo así como “le soltó la mano”. La noticia corre, vuela, se hace verdad. ¿Se hace verdad? Nos preguntamos: ¿Es verdad?
¿Sería capaz, la Sra. Gobernadora de la Provincia de Buenos Aires María Eugenia Vidal, de soltarle la mano a la ciudad emblemática del turismo argentino? ¿Sería capaz de abonar a un destino de desolación y crisis económica condenándola al peor resultado de una ciudad mal conducida?
Estamos de acuerdo en que la gobernabilidad es el factor más importante de una gestión. Y si es aquello más importante para conducir un gobierno, lo es para la ciudad en su conjunto y para todos los que defendemos la democracia, la forma de vida que los argentinos hemos abrazado. Entonces la gobernabilidad es lo bueno para Mar del Plata y lo que todos deberíamos cuidar.
Porque el que no piensa en cuidar la gobernabilidad, no piensa en el bienestar de los marplatenses. Aunque diga lo contrario.
Aclaración: La opinión vertida en este espacio no siempre coincide con el pensamiento de la Dirección General.