A los 92 años murió Mário Soares, fundador del Partido Socialista, ministro de Relaciones Exteriores, dos veces jefe de Gobierno, diez años presidente antes de ser diputado europeo, Soares era considerado el "padre de la democracia portuguesa" por haber encarnado en su persona la historia reciente del país.
“Soy un pobre hombre que tuvo la suerte de haber tomado posición y haber acertado", dijo en una entrevista publicada en febrero de 2015, rechazando la etiqueta de “inmortal”.
De aspecto apacible, gran seductor, humanista y amante de los libros, tenía el carisma de los líderes que no pierden contacto con gente y se describía como un hombre “afectuoso, espontáneo y cálido”. Hijo de un cura que colgó los hábitos, se definía como agnóstico y decía creer “en la humanidad y su capacidad para perfeccionarse”.
Hombre de convicciones y de luchas, Mario Soares, nacido en 1924 en Lisboa, tenía 18 años y estudiaba Filosofía cuando se comprometió en la oposición a la dictadura de Antonio Oliveira Salazar.
Licenciado en 1957, el joven abogado defendió a varios opositores al “Estado Nuevo” (1933-1974), lo cual le valió estar tres años preso.
Detenido nuevamente por la policía política en 1968, fue deportado a la colonia africana de Santo Tomé y Príncipe y condenado al exilio en 1970.
Se instaló entonces en Francia, donde enseñó en varias universidades. En 1973 participó en la creación en Alemania del Partido Socialista portugués, del que fue el primer secretario general.
Cuando se produjo la insurrección militar del 25 de abril de 1974 y la Revolución de los Claveles que puso fin a la dictadura y a la guerra colonial, Soares tomó el primer tren para Lisboa, donde fue aclamado como un héroe.
En el gobierno interino de la junta militar se encargó de organizar la independencia de las colonias y se opuso a la tentativa de los militares cercanos al Partido Comunista de tomar el poder.
Ministro de Relaciones Exteriores hasta 1975, Soares fue nombrado jefe de Gobierno en 1976. Renunció en 1978, antes de volver a ser primer ministro en 1983, aplicando una política de ajuste y reformas bajo la tutela del Fondo Monetario Internacional (FMI), lo que abrió el camino a la adhesión de su país a la Unión Europea en 1986.
Fue elegido presidente al año siguiente para un primer mandato de cinco años, antes de una triunfal reelección en 1991 con más del 70% de los votos en primera vuelta.