El pasado sábado 7 de enero, la comunidad italiana del puerto y todos los fieles, celebraron con alegría la coronación pontificia de la imagen de la Virgen María de la Scala. La misa se realizó en la Gruta de Lourdes y fue presidida por monseñor Antonio Marino, obispo de Mar del Plata, quien fue el delegado del papa Francisco para la coronación.
También estuvieron el párroco de la zona, presbítero Miguel Cacciutto y el sacerdote Francesco Mazzoli, venido de Acireale Italia, de la parroquia Santa María de la Scala; el presbítero Hernán David, anterior párroco del lugar y otros sacerdotes de Mar del Plata.
“La feligresía católica del puerto vive hoy un momento de intensa alegría, con ocasión de la coronación pontificia de la venerada imagen de la Virgen con su Niño, conocida bajo la advocación de Maria Santissima della Scala. La Gruta de Lourdes brinda un marco adecuado a esta fiesta. Se trata de un lugar mariano por excelencia, que tiene una rica tradición de catolicismo popular. Desde sus orígenes la inmigración italiana dejó aquí y en este extenso barrio una profunda huella en la vida social y se fueron constituyendo diversas colectividades de pueblos provenientes de variados rincones de Italia”, inició diciendo el obispo en su homilía.
Sobre la historia de Santa María de la Scala, el obispo refirió “la devoción a Maria Santissima della Scala se originó muchos siglos atrás. En el pueblo pobre y humilde de Acireale, la Virgen María era invocada bajo esta advocación que trae resonancias de afecto y piedad, y que encierra un hondo significado teológico. Por su estrecha unión con Jesús a quien sostiene en sus brazos, es vista como escala al Paraíso y como seguro refugio en el peligro”.
Y más adelante detalló el fervor con el que los devotos prepararon la celebración de la coronación “el amor de sus devotos no se ha detenido. Una comisión proyectó la iniciativa de obtener para la venerada imagen que se encuentra en el templo parroquial de la Sagrada Familia y San Luis Orione, el privilegio de la coronación pontificia. Y al mismo tiempo construirle una digna hornacina que armonizara con el estilo de este templo. Una y otra cosa obtuvieron mi aprobación y la Congregación para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos, presidida por el cardenal Robert Sarah, concedió la petición en nombre del Papa Francisco. Por eso hoy damos cumplimiento a ese anhelo honrando con sendas coronas a la Virgen y al Niño Dios. Esta imagen sagrada es un signo de la misericordia divina reflejada en el rostro maternal de la Virgen que sostiene en su brazo su máximo tesoro que es Jesús”.
“Es significativo destacar que estas coronas tienen su origen material en las donaciones de muchas familias que se fueron desprendiendo de objetos valiosos. Pero el origen espiritual es más significativo aun, y se ubica en el corazón lleno de fe y amor de estas familias que mantienen viva la memoria de las gracias recibidas. Se afirma de la gratitud que es la memoria del corazón. Al contemplar el ardiente fervor con que han preparado esta fiesta entendemos bien la verdad que encierra esta afirmación. Podemos decir, sin temor a exagerar, que en estas coronas palpita la sangre y se expresan los sentimientos de un pueblo agradecido”, concluyó el obispo.
Luego de la homilía, llegó el gran momento de la coronación, un grupo de hombres bajó la imagen del escenario para que el obispo colocara las coronas en la cabeza de la Virgen y del niño Jesús. Y al grito de “Viva María de la Scala”, se “encendieron” los corazones de todos los presentes. Al finalizar la eucaristía, se procedió a llevar en andas a la Virgen hasta la parroquia Sagrada Familia donde se la colocó en un altar que fue construido en el mismo templo para recibir a la Virgen.