La posibilidad cierta que en nuestra ciudad se habilite la llegada de Grandes Superficies comerciales desde la Cámara Industrial y Comercial de la Madera de Mar del Plata y zona de influencia quiere informar su posición al respecto.
Las 85 personas más ricas del planeta concentran la misma riqueza que la mitad de la población mundial, es decir 3500 millones de habitantes. La brecha entre los más ricos y los más pobres cada día se hace más amplia. Si Bill Gates quisiera gastar un millón de dólares por día tardaría 218 años para agotar sus fondos.
Para que esta situación de desigualdad no siga agravándose, no tienen que entrar a la ciudad de Mar del Plata las inversiones conocidas como “grandes superficies”. Estamos totalmente de acuerdo que entren más centros comerciales o “shopping” ya que se trata de muchos comercios con distintos propietarios.
Estos grades negocios cuentan con el apoyo de funcionarios municipales y de sindicalistas, como así también de una gran porción de la población que piensa que van a comprar más barato, y tal vez, solo tal vez en algunas ocasiones con el tiempo eso suceda. Pero como decían nuestras abuelas “a veces lo barato sale caro”, porque lo que no se evalúa es que los propietarios de todos los comercios pequeños y medianos son los que dan trabajo a albañiles, pintores, yeseros, vidrieros, carpinteros y una larga lista casi infinita de oficios existentes a nuestro alrededor.
Son esos mismos comerciantes y trabajadores quienes compran ropa, toman café, van a restaurantes, adquieren productos de librerías para sus hijos y nietos, arreglan, lavan y mantienen sus vehículos dándole trabajo genuino a nuestros vecinos.
En cambio, qué hacen las grandes superficies? Toman personal con sueldos con los que no se pueden afrontar muchas de las actividades antes mencionadas y las ganancias se las llevan a los lugares de origen.
No estén tan contentos los obreros, empleados y funcionarios municipales; más bien estén preocupados porque la desocupación no va a disminuir, todo lo contrario. Esas grandes superficies suplantarán miles de comercios medianos y pequeños que vuelcan sus aportes a la ciudad ocupando mano de obra local por un puñado de personas. Tampoco se deberían alegrar algunos sindicalistas, ya que este tipo de inversiones tienen cada vez menos empleados y solo ocupan repositores externos porque ya han comenzado a reemplazar hasta los puestos de cajeros por máquinas; los gremios tendrán cada vez menos personas a quién representar.
El argumento que mencionan las autoridades es que habrá trabajo para todos. Mar del Plata está bien abastecida. ¿Qué hace pensar que si en la ciudad se venden 1000 tornillos, la sola instalación de este tipo de emprendimientos se van a vender 1200?
No hagamos más ricos a los ricos, ya que no pueden gastar toda la fortuna que tienen. Distribuyamos las ganancias entre muchos consiguiendo que el dinero entre en un círculo virtuoso y no perverso. Que las inversiones que se estimulen sean instalaciones de nuevas industrias. Le solicitamos a nuestros gobernantes una mirada a largo plazo.
Mar del Plata es una ciudad rica en materia prima, recurso humano calificado con especialistas en todas las áreas profesionales y una población ávida de participar activamente en un esquema laboral y productivo éticamente distributivo. ¿Qué esperamos? ¿Seremos capaces los empresarios de todos los sectores de abrir el juego a una verdadera integración de capacitación, fuente laboral, educación y distribución justa para que nuestros vecinos puedan vivir con dignidad y puedan elegir?
Estamos convencidos que debemos pensar en un esquema de una mejor calidad de vida para nosotros y nuestros conciudadanos, promoviendo el consumo responsable, ecológicamente deseable y la cobertura de las necesidades humanas, no sólo básicas sino equitativamente lógicas.