El mes de febrero registró una abrupta caída en la imagen del presidente, Mauricio Macri. Por primera vez, los opositores casi duplican a los oficialistas, y el apoyo a cayó a menos de 40 puntos.
Según un relevamiento de la consultora Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), publicado por el diario Página 12, quienes opinan mal o muy mal también se ubican en un tope histórico, por encima del 57 por ciento.
En este marco, el saldo negativo es el mayor de toda la gestión, 18 puntos, que contrasta con el saldo positivo de 21 puntos que tenía al principio. Además, los opositores superan a los oficialistas por 26 puntos porcentuales.
En lo que hace a la gestión económica, inflación, tarifazos, empleo, recesión, los índices de satisfacción, no pasan de los cuatro puntos en una escala del uno al diez.
Desde diciembre hasta el estudio de esta semana, los que se consideran opositores pasaron del 45 al 49 por ciento, mientras que los oficialistas bajaron impresionantes nueve puntos: de casi 33 a 24 por ciento.
Para el relevamiento de CEOP, que lidera el sociólogo Roberto Bacman, se entrevistaron a 1200 personas de todo el país, respetándose las proporciones por edad, sexo y nivel económico-social.
"Febrero -señala Bacman-, especialmente la segunda quincena, fue muy malo para el Gobierno Nacional. Sin lugar a dudas y sin temor a equivocarse, este es el peor momento de la gestión Macri desde que asumió la presidencia quince meses atrás. Con estos datos a la vista la situación remata en un importante desafío: el principal problema que debe afrontar es la gestión. Muchos argentinos, especialmente los pertenecientes al segmento de los independientes, que confiaron en el cambio propuesto y que a lo largo de todo el 2016 no percibieron solución alguna, se negaban en forma insistente a perder la esperanza y hasta perdonaron muchos errores y soportaron estoicamente alta inflación, aumentos en los servicios públicos y sueldos e ingresos que quedaron muy por debajo de la inflación. Pero febrero significó el punto de inflexión".
"Se sucedieron varias cuestiones que se fueron potenciando en pocos días e impactaron de modo negativo en la opinión pública. La economía sigue sin arrancar, no se ven logros y la esperanza se pone en tela de juicio: nuevo aumento de tarifas, aumento de la conflictividad gremial, paritarias al límite, las clases que no arrancan, el fútbol tampoco arranca. Y, como si esto fuera poco, la sombra de la corrupción, aquella que relaciona a la familia Macri con el mundo empresario, empezó a sobrevolar por estas latitudes".
Bacman afirma que "cuando Macri asumió, casi seis de cada diez argentinos, muchos más de los que lo votaron en la segunda vuelta, confiaron en los aires de cambios. No sabían con claridad de que cambios se trataba; pero en definitiva confiaron. Hoy la ecuación se dio vuelta y alrededor del sesenta por ciento está abiertamente insatisfecho. Por tal motivo el Índice de Satisfacción Ciudadana se convierte en el indicador clave de esta última encuesta, ya que sintetiza el mal humor social de estos tiempos: una satisfacción, que medida en una escala de 1 a 10 puntos, arroja un promedio de 3,94. Otra vez hay que hablar de pérdidas: con respecto a agosto del año pasado un 7 por ciento. El factor más crítico, el que justifica en mayor medida este bajo índice sigue siendo la economía donde ni siquiera logra un cuatro". La novedad es que las malas calificaciones empezaron a afectar no sólo a la economía, sino a la política y la corrupción.
"Yo diría -concluye Bacman- que uno de los fenómenos más persistentes y que está en el espíritu de las opiniones mayoritarias es que en el imaginario popular está instalado que Macri gobierna para los ricos. Así lo afirman siete de cada diez entrevistados. Es otra mala noticia para la coalición gobernante, en un año de elecciones".