En horas de la mañana, se realizó el Tedeum en acción de gracias por los 207° años de la Revolución de Mayo. Monseñor Antonio Marino, recibió al intendente Carlos Fernando Arroyo en la Catedral de Mar del Plata. El presbítero Gabriel Mestre, vicario de la diócesis y párroco del templo mayor de la ciudad junto a los sacerdotes vicarios del lugar también estuvieron presentes.
“A doscientos siete años de aquel 25 de mayo de 1810, día en que la Primera Junta se constituía como el primer gobierno patrio, nos reunimos en el ámbito de esta de Catedral de Mar de Pata para pedir a Dios, el don de sus bendiciones sobre nuestra nación y nuestra ciudad, sobre sus autoridades y todo el pueblo argentino”, inició diciendo el obispo en su homilía. “Nuestra Patria nació con una identidad cultural en cuyo centro estuvo la fe católica. Podemos decir que el himno Tedeum Laudamus arrulló sus cuna y celebró el germen de su autonomía en la Catedral de Buenos Aires y luego acompañó la declaración de su independencia en Tucumán”, manifestó monseñor Marino.
“La Patria es un don de Dios. Felices y santamente orgullosos de nuestra identidad, volvemos a decir con las palabras del Te Deum: "A ti oh Dios, te alabamos. A ti Señor te reconocemos". Pero la Patria es también una tarea y un compromiso. Como enseña el catecismo de la Iglesia Católica: Deber de los ciudadanos es cooperar con la autoridad civil al bien de la sociedad en espíritu de verdad, justicia, solidaridad y libertad. El amor y el servicio de la patria forman parte del deber de gratitud y del orden de la caridad. La sumisión a las autoridades legítimas y el servicio del bien común exigen de los ciudadanos que cumplan con su responsabilidad en la vida de la comunidad política”.
“Dentro de un legítimo pluralismo debe existir una base común de valores profundos reconocidos y aceptados por todos, como la sensibilidad hacia los más desprotegidos, el respeto irrestricto a la vida, la capacidad de diálogo, la primación del bien común sobre el interés particular, el cuidado de la creación, la custodia del orden puesto por Dios en la naturaleza de las cosas, la voluntad de reconciliación”, exhortó el obispo.
Finalmente Marino consideró, “los cristianos no podemos renunciar a las palabras ‘reconciliación’ y ‘perdón’ porque pertenecen a la esencia del Evangelio. Sólo podemos explicarlas a las partes en conflicto. Cada día imploramos: ‘perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden’. Pedir perdón, experimentar el perdón y perdonar. Aquí está el secreto de nuestra grandeza. Si todo es diferencia y confrontación, el tejido social se despedaza y reinan la crispación permanente y el deseo de venganza”.
Luego de la homilía y las intenciones, un grupo de seminaristas de la diócesis, cantó el tradicional himno del Te Deum y la celebración concluyó con la bendición final del obispo diocesano.