Monseñor Antonio Marino, consagró como diácono al seminarista Gustavo Garzón, marplatense de 34 años. El clero diocesano, concelebró la eucaristía. Gran cantidad de fieles, su familia y amigos participaron de la misa en la Iglesia Catedral de los Santos Pedro y Cecilia.
“En esta Santa Misa, la diócesis recibe como un don la ordenación diaconal del hasta ahora acólito Gustavo Garzón. Esto acontecerá por la imposición de mis manos y la plegaria que otorga la gracia del Espíritu Santo. Motivo de gran alegría, por tanto, y de gratitud a Dios por este signo de su bondad”, inició diciendo en la homilía el obispo.
“En tu caso, querido Gustavo, el diaconado como grado de la jerarquía será una etapa transitoria en tu itinerario vocacional, puesto que estás cursando el octavo año de un camino que, bajo la tutela de la Iglesia y con su aprobación, te va conduciendo a la meta final del sacerdocio. Sin embargo, el diaconado te confiere una gracia y unas facultades que no serán sustituidas sino ampliadas con el presbiterado. La palabra que más se conjuga con el estado diaconal es la del servicio. Servicio del obispo, en primer lugar, servicio de colaboración con el orden sacerdotal; y servicio al pueblo cristiano. Esta actitud servicial encuentra su ámbito propio en relación con la Palabra divina, con el altar eucarístico y las diversas formas de culto que la Iglesia enumera, y con las múltiples formas de obras caritativas en favor de los pobres”, detalló monseñor Marino.
Más adelante, haciendo hincapié en el interrogatorio que estipula el rito de la ordenación diaconal, monseñor Marino consideró “Por esta ordenación y con decisión madura, en cuanto candidato al sacerdocio, libremente asumirás el celibato, como compromiso perpetuo de vida, entregando tu corazón y tu tiempo al servicio exclusivo de Cristo y de su Iglesia. Renunciarás a formar una familia, pero no renunciarás a amar, sino que el Señor te confiará otra familia en la comunión eclesial”.
Finalmente, el pastor de la diócesis de Mar del Plata, exhortó a todos los presentes, “este acontecimiento toca las fibras de la Iglesia y agudiza la conciencia comunitaria de estar participando de un acontecimiento que interpela a todos, puesto que a todos debe mover a asumir con mayor compromiso la misión evangelizadora señalada por Cristo, desde el rol que la Providencia nos ha asignado en ella”.
Luego de la homilía comenzó el rito propio de la ordenación diaconal, Gustavo Garzón hizo las promesas de entrega al pueblo de Dios, manifestando "la voluntad de cumplir su ministerio, según el deseo de Cristo y de la Iglesia bajo la autoridad del obispo".
Luego se postró en el piso, como señal de pequeñez y humildad ante Dios, donde se invocó a los santos. Y en el momento más importante de la ordenación, el obispo impuso su manos y en silencio rezó la oración de consagración. Acto seguido el nuevo diácono eligió a un sacerdote y a una religiosa que lo ayudaron a revestirse con los ornamentos propios de los diáconos, y recibió de manos de monseñor Marino el Evangelio, y un abrazo de paz, como gesto paternal del obispo.
También los diáconos permanentes saludaron al nuevo diácono para la Iglesia de Mar del Plata. La eucaristía continuó con el flamante diácono ayudando en el altar, y al finalizar todos los fieles se acercaron a saludarlo y muchos pidieron su bendición.