Un día como hoy pero de 1974, a las 13.15, el hombre que marcó a fuego la historia política y social de la Argentina moderna cerraba su paso por una vida intensa que caló hondo en un pueblo que lo amó con idéntica intensidad.
Ese 1º de julio el tres veces presidente constitucional Juan Domingo Perón fallecía a los 78 años afectado por una la aguda dolencia que venía minando su salud desde su retorno a la Argentina.
La muerte del líder abrió las compuertas a una de las etapas más negras que haya vivido el país.
El general Perón murió en la Quinta de Olivos y a una hora de su deceso su viuda María Estela Martínez anunciaba por cadena oficial de radiodifusión el final del octogenario mandatario que había sucumbido ante “un brusco agravamiento” de su estado general que derivó en un paro cardíaco.
Rodeada del gabinete nacional, Isabelita, el apodo que le había dado Perón, comunicó a los argentinos de la pérdida, resultante de la salud resquebrajada del General.
Es que la salud de Perón lejos estaba de ser la mejor y distintas versiones indicaban que sus médicos personales le había sugerido no asumir la presidencia de la Nación, tras los comicios celebrados en setiembre de 1973 y en los ganó por amplio margen la fórmula que compartía con Isabelita.
Perón, tal como detallaba su historia clínica, sufría un cáncer de próstata que se le había declarado a mitad de los 60 y por el cual incluso había sido operado, pero que en el tramo final de su vida se le disparó, impiadoso.
No era esa adversa realidad oncológica el único inconveniente de salud serio de jefe de Estado: una pericarditis también complicaba seriamente su corazón.
Pero esto no era todo: en 1972, previo a su primer retorno al país, a Perón sus médicos le diagnosticaron una angina de pecho que fue lo que más minó la salud del general en sus últimos días.
Los doctores Pedro Cossio y Jorge Taiana, padre del ex canciller que hoy acompaña a Cristina Kirchner en la lista de candidatos a senador nacional por la provincia de Buenos Aires por el frente Unidad Ciudadana, estaban al mando de los cuidados de Perón por lo que habían instalado una guardia médica permanente en la Quinta presidencial funcionaba una guardia médica perramente.
A pesar que Cossio y Taiana le aconsejaron limitar todo tipo de actividad, Perón viajó a mitad de junio a Asunción del Paraguay para compartir bajo el frío y la lluvia un acto público con el entonces mandamás guaraní Alfredo Stroessner. Ese fue el principio del fin.
Un cuadro gripal primero dio lugar a una serie de complicaciones que marcaron un realidad: la vida de Perón se apagaba progresivamente.
Después de haber repuntado en la última semana de junio, un brusco agravamiento del cuadro general del líder justicialista hizo eclosión el 1º de julio pasado el mediodía. En el dormitorio que ocupaba en la residencia de Olivos sobrevino la crisis cardíaca de la cual los médicos de guardia no lograron rescatarlo.
Hubo tiempo para la extremaunción del capellán del Regimiento de Granaderos. Instantes después, el general partió en paz y , seguro,con la música más maravillosa que una tarde de ese mismo año había escuchado un día en una plaza de Mayo colmada, en sus oídos.