El obispo diocesano, presidió la procesión y misa con motivo de celebrar a Nuestra Señora de Schoenstatt en el santuario dedicado a esta advocación en Mar del Plata. Una multitud de fieles se congregó en la puerta de la pequeña capilla, ubicada en Fray Luis Beltrán 7800. La misa se realizó al aire libre y posteriormente hubo una kermesse para toda la familia.
“Comenzamos peregrinando, en un día hermoso, con un poco de viento pero que nos habla del Espíritu y del mismo dinamismo de nuestro Señor. Y llegar acá a la casa de la Madre, a las puertas del santuario, y en este escenario, donde el ruido de los árboles, los pájaros, la naturaleza, nos hablan una vez más de la presencia de Dios, que es providente, que cuida, protege, ama y que incluye en su camino de salvación a todos los hombres, y que se hace presencia en el pan eucarístico”, inició diciendo en su homilía el obispo.
“Este momento que estamos celebrando es un pedacito de cielo, de la vida eterna, del gran banquete que Dios nos prepara. Decimos un pedacito porque es limitado, y porque no estamos gozando de la vida eterna Este momento de cielo está acompañado de infinidad de situaciones de dolor, angustias, preocupaciones, y dificultades que y tal vez algunas graves y complicadas”, manifestó monseñor Mestre.
“Qué lindo poder vivirlo a la luz del hermoso lema que eligieron en que se habla del Padre y de la Madre; y a la vez mira la realidad humana, hablando de puente, servicio y familia. Qué cinco lindas palabras para poder celebrar a la Mater aquí en su casa, en el santuario. Que este pedacito de cielo que celebramos hoy en la tarde, llene profundamente nuestro corazón y podamos difundirlo a nuestros hermanos. Somos privilegiados de saber que estamos invitados al banquete, de tener fe, de creer en nuestro Señor, de la Trinidad, de saber que tenemos una Madre que nos protege y acompaña. Tenemos que ser puentes, serviciales, en la entrega para nuestros hermanos, tenemos que ser familia”, enfatizó el pastor de la Iglesia Católica de Mar del Plata.
Finalmente, destacó lo “providencial” del festejo del día de la Madre, unido al de la Virgen. “Gracias por el don de la maternidad de la Virgen, y gracias al Señor por las madres, abuelas, bisabuelas del cuerpo, del alma, del corazón que Dios nos ha regalado a lo largo de nuestra vida, en la familia, en la escuela, en la Iglesia y en todos los ambientes”, concluyó el obispo.
Durante las ofrendas, cada uno de los distintos integrantes y obras pastorales del movimiento de Schoenstatt, acercaron un símbolo que los representaba junto al pan y al vino. Al concluir la celebración monseñor Mestre dio gracias a todo el movimiento sobre todo por su carisma misionero, “en la evangelización cotidiana, llevando la imagen de la Mater a los barrios; y también en las misiones fuertes familiares o juveniles. Siempre de manera generosa, siempre facilitando la tarea y este servicio que es tan fundamental para la tarea de la Iglesia. Sinceramente les agradezco de corazón, los aliento a que sigan adelante y le pido al Señor que los recompense el ciento por uno”.