El filme de la directora palestina Annemarie Jacir, evoca la difícil realidad del pueblo palestino a través del reencuentro tenso y crispado de un hombre y su hijo.
El murmullo de la radio de un viejo auto relata las aristas cotidianas del largo conflicto en que viven los pobladores de la región de Nazareth, y hace de marco a una historia mínima: la boda de Amal se acerca, por lo que su padre y su hermano tienen el deber de repartir casa por casa las invitaciones.
Saleh Bakri encarna al joven Shabi, recién llegado de Italia, donde vive hace dos décadas y ha establecido su vida como arquitecto. Para él, Palestina son dos mundos: el de su infancia, cargado con recuerdos de represión, y la utopía de un país libre a la que sigue atado aún desde su nueva vida ‟occidentalizada” (su novia, por ejemplo, es la hija de uno de los fundadores de la OLP).
Al llegar a su ciudad natal y reencontrarse con su familia para ayudar con los preparativos de la boda, descubrirá que ninguno de los dos existe.
Su padre, Abu Shabi, es un viejo maestro de escuela que representa, sin caer en estereotipos, a un hombre que ha vivido su vida bajo la ocupación israelí, y que no sin dolor ha terminado por acostumbrarse a ello.
Arraigado a las costumbres, sus ojos parecen ya no ver los problemas de la ciudad, la violencia latente, la basura en los rincones que su hijo critica una y otra vez.
Padre e hijo, obligados por las circunstancias a compartir todo un día juntos luego de años de separación, deberán enfrentar sus mutuos prejuicios -no sin reproches y peleas de por medio- para poder completar la tarea que el wajib (deber social) les manda.
La familia, las tradiciones, el amor y la muerte (las grandes tragedias cotidianas) conviven en este film con un enorme conflicto político que les hace de telón de fondo. Toda la película se construye alrededor de un debate sobre el lugar que les corresponde a las cosas, tanto física como metafóricamente hablando. La poca tierra disponible hace del diseño urbano de Nazareth una pesadilla, y Shabi lo menciona continuamente. La madre de Shabi y Amal no está presente; ha abandonado el lugar que le correspondía.
En cierto sentido, algo así ha hecho también Shabi al irse a Italia, aunque los motivos profundos de este viaje los iremos descubriendo a medida que avanza la historia, y tienen mucho que ver con la disputa entre palestinos e israelíes por una misma tierra, sobre la que ambos se arrogan derechos