Monseñor Gabriel Mestre, presidió la misa de Pascua en la parroquia Cristo Resucitado, ubicada en Nápoles y Friuli, del barrio El Martillo. La comunidad recibió con mucha alegría al pastor de la Iglesia Católica, quien al iniciar la eucaristía bendijo una imagen de Cristo Resucitado. Lo acompañó el párroco del lugar, el presbítero David Ochoa.
“Feliz Pascua, Feliz Patronal. Ustedes, dentro de las devociones de Cristo tienen la más importante, que no es nada más ni nada menos, que a Cristo Resucitado. Qué lindo celebrar la pascua y la patronal en una sola fiesta”, inició diciendo el obispo en su homilía, a todos los fieles del barrio, reunidos en el templo parroquial.
Luego referenció, “pensaba a la luz del evangelio, proponerles tres palabras: sepulcro, vivo y paso. En primer lugar, para poder resucitar hace falta animarse a meterse en el sepulcro, y esto no es fácil, hay que buscar en los sepulcros de del corazón para ver cuáles son las zonas de tiniebla, oscuridad. No es fácil tomar contacto con las zonas más oscuras de nuestra vida, de nuestros recuerdos, lo que hace poquito nos pasó o lo que está pasando hoy”.
Más adelante explicó “por qué buscan entre los muertos al que está vivo, seríamos unos masoquistas si nos metiéramos en el sepulcro, sin tener presente que Cristo está realmente vivo. Si nos metemos en el sepulcro es porque somos hijos de la Resurrección y la vida. Queremos dejar de buscar entre los muertos al que está vivo. Por eso tenemos que preguntarnos en qué medida nuestra espiritualidad está marcada claramente por Cristo Resucitado. Incluso con las oscuridades, con el sepulcro de nuestra vida: lo que define nuestra existencia es ser discípulos de un Dios que está vivo”.
Finalmente expresó “ paso es la tercera palabra. Pascua en su etimología significa paso. Pasar del desconcierto inicial de las mujeres que fueron al sepulcro de Jesús, a maravillarse y hacer la profesión de fe que hacen Pedro y el otro discípulo. Esto es la Pascua, dejar que Cristo pase por nuestro corazón, por nuestras familias, por esta comunidad que celebra doblemente la alegría de la Pascua. El Señor ha resucitado y aporta una luz total y absoluta a los sepulcros de nuestra vida: ese problema en la familia, la enfermedad propia o de un familiar. La luz de la Pascua le da un sentido distinto al sepulcro de mi vida. No te pierdas la luz del que está Vivo y así puedas pasar del desconcierto a la maravilla de la fe”.
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