El represor argentino, Adolfo Scilingo, condenado a más de mil años de prisión por crímenes de lesa humanidad por su participación en los "vuelos de la muerte", fue fotografiado paseando en las afueras de Madrid.
Adolfo Scilingo, condenado en España a más de mil años de prisión por crímenes de lesa humanidad, por su participación en los "vuelos de la muerte" en la Argentina, fue fotografiado en un pueblo de las afueras de Madrid, mientras realizaba un paseo en el marco de una salida con permiso penitenciario.
Las imágenes del "escondite" de Scilingo en Madrid salieron a luz a través de un medio español en un momento en el que la defensa del represor procura, a través de la presentación de distintos recursos, conseguir nuevamente la nulidad de su sentencia por parte del Tribunal Supremo, según confirmaron a Telam fuentes judiciales.
Scilingo, de 71 años, lleva ya 26 salidas en los últimos tres años de la cárcel de Alcalá Henares, ubicada en Madrid, en las que permanece junto a su familia, que reside en un pequeño pueblo de la sierra madrileña, informó el diario digital Vozpopuli, sin precisar el lugar.
El ex militar, quien durante sus permisos vive con su esposa, hija y varios de sus nietos, declinó hablar con el periodista que logró filmarlo durante un paseo, luego de que fue fuera reconocido por familias argentinas que viven en la localidad, para quienes no pasó desapercibida su presencia.
En 2007, el Tribunal Supremo de España confirmó su condena a 1.084 años de cárcel por crímenes de lesa humanidad, por arrojar a 30 personas al mar, en los llamados "vuelos de la muerte", además de 265 detenciones ilegales que se produjeron durante el período que estuvo en la ESMA y un caso probado de tortura.
Tras cumplir tres cuartas partes de la condena -de los 25 años de efectivo cumplimento-, en 2015 Scilingo solicitó el tercer grado penitenciario, pero la Justicia se lo denegó, con lo cual continúa bajo la clasificación de segundo grado y la posibilidad de pedir 36 días anuales de salidas transitorias distribuidas en tramos no mayores a los siete días.
Sin embargo, desde hace años Scilingo intenta demostrar su inocencia escapando de su propia confesión que lo llevó a prisión, tras la histórica condena que recibió de la Audiencia Nacional de España en 2005, la primera por crímenes de lesa humanidad en aplicación del principio de justicia universal.
El Tribunal Supremo ya rechazó en tres ocasiones que pudiera presentar un recurso de nulidad, pero el ex capitán de corbeta ahora dice contar con información confidencial de las Fuerzas Armadas.
A mediados de los '90, siendo oficial naval, confesó a publicaciones periodísticas su participación en operativos durante la última dictadura cívico-militar, en los cuales se lanzaban a las aguas del Río de la Plata y el Océano Atlántico a las personas que se encontraban detenidas en los centros clandestinos de detención dependientes de la Armada, como la ESMA.
Años más tarde, en 1997, viajó a España, donde reconoció ante el juez Baltasar Garzón haber participado en esos hechos. Sin embargo, él asegura que lo engañaron para autoinculpase.
No obstante, Antonio Segura, el abogado de la acusación popular que logró que la Audiencia Nacional condenara a Scilingo por lesa humanidad, recuerda que en la sentencia no sólo fue clave la confesión, sino los testigos, y la documentación aportada a la causa que demuestra que estuvo en la ESMA, y que en ese período participó del plan sistemático de exterminio que puso en marcha la última directora militar argentina.
"En cuanto a la confesión, sólo fue un criminal útil", subrayó Segura en declaraciones periodísticas.