Francisco imploró por el "perdón de Dios" por las agresiones sexuales cometidas en Irlanda por sacerdotes católicos, en el segundo día de su visita a ese país, aunque él mismo fue denunciado por un arzobispo, que pide su renuncia por haber encubierto a un prelado acusado de "comportamiento gravemente inmoral".
"Imploro el perdón de Dios por estos pecados, por el escándalo y la traición sufridos por tantas personas en la familia de Dios", declaró el papa al efectuar una visita al santuario de Knock, lugar de piedad mariana a 180 km de Dublín, donde fue recibido por 45.000 personas que ondeaban la bandera amarilla y blanca del Vaticano.
En cambio, el propio papa fue acusado en una carta por, Carlo Maria Vigano, arzobispo y exembajador del Vaticano en Washington, de haber anulado las sanciones contra el cardenal estadounidense, Theodore McCarrick, pese a estar acusado de abusos, y que pide incluso su dimisión.
Desde 2002, más de 14.500 personas declararon haber sido víctimas de abusos sexuales cometidos por sarcedote en Irlanda. La jerarquía de la iglesia irlandés fue acusada de encubrir los abusos cometidos por centenares de sacerdotes.
Igualmente, varias investigaciones revelaron prácticas de adopciones ilegales de niños nacidos de mujeres solteras, que realizó el Estado irlandés con la complicidad de la Iglesia católica.
El alcance de estos escándalos explica en parte la pérdida de influencia de la Iglesia en los últimos años entre la sociedad irlandesa, históricamente muy católica.
"Ninguno de nosotros puede prescindir de conmoverse con las historias de menores que han sufrido abusos, a quienes se les ha robado la inocencia y que han sido abandonados a la herida de dolorosos recuerdos", dijo el sumo pontífice.
"Esta cicatriz abierta nos desafía a ser firmes y decididos en la búsqueda de la verdad y la justicia", añadió, 39 años después de Juan Pablo II, que vino a arrodillarse a este lugar de supuestas apariciones.
Antes que Francisco, su predecesor Benedicto XVI, escribió en 2010 una carta a todos los católicos irlandeses, en la que reconocía la responsabilidad de la Iglesia con los abusos.