Con una multitudinaria participación de fieles, se realizó este sábado la celebración de “Corpus Christi”, en la que la Iglesia Católica realiza una manifestación pública de fe en Jesús.
La misa fue presidida por monseñor Gabriel Mestre quien fue acompañado por decenas de sacerdotes de la ciudad, diáconos, y jóvenes y niños monaguillos de todas las parroquias.
Haciendo hincapié en el lema elegido para esta fiesta de Corpus Christi, “Jesús es el Señor”, el obispo habló en su homilía sobre el “desierto” y manifestó: “Nuestras ciudades y pueblos, nuestro mundo cotidiano se pueden transformar o pueden ser un verdadero desierto. Soledad y aridez en los vínculos, intemperie de fraternidad, ausencia de pan y agua que reflejan hambre y sed de paz, de alegría, de amor, de escucha, de verdad, de justicia, de sentido… Soledad, hambre y sed en definitiva de la misma presencia de Dios. En los duros desiertos de la vida cotidiana nos animamos a decir una y mil veces: ¡Jesús es el Señor!”.
Más adelante, el obispo habló sobre la eucaristía como memorial “no es un simple recuerdo del pasado. Dios elige hacerse presente de forma real y permanente en el Pan y el Vino consagrados. La Eucaristía es presencia real del Señor, no es un símbolo del pasado. Por eso, en esta Eucaristía, en cada Eucaristía hacemos memoria de que ¡Jesús es el Señor!”.
Finalmente, destacó que la eucaristía “bien vivida compromete necesariamente con la vida cotidiana”. “La frase de Jesús ‘denles de comer ustedes mismos” puede ser leída en esta perspectiva de compromiso. Dar de comer al hermano el pan material para subsistir, el pan de la justicia y la verdad, el pan de la misericordia. Todos los panes que sacian la experiencia de soledad, hambre y sed que se viven en los desiertos de nuestro tiempo. La comida más importante que Jesús nos pide que les demos a nuestros hermanos es la misma amistad con Él y una comunidad de fe que alimente la vida. Culto y vida; Eucaristía y compromiso; espiritualidad y misión; oración y obras de caridad… Estos binomios siempre van de la mano y nunca se separan”.
Durante la eucaristía el obispo entregó a algunos fieles su tercera carta pastoral, en la que marca los lineamientos para la diócesis y para la preparación para el Sínodo diocesano que será en 2020.
Luego de la misa, se realizó la procesión con el Santísimo Sacramento por las calles del centro y fue llevado por monseñor Mestre durante todo el trayecto. Esta es la única vez en el año que se saca al Santísimo de los templos para recorrer las calles.
De esta manera los católicos, manifestaron su fe a todos los que pasaban y transitaban. Como es tradicional, el recorrido de la misma fue por Mitre hasta Rivadavia, de allí a Catamarca y por San Martín hasta la puerta de la Catedral nuevamente. En las escalinatas, monseñor Gabriel Mestre hizo la bendición con el Santísimo a todos los presentes.