El empresario Lázaro Báez rechazó todos los cargos por los que está siendo juzgado en por la denominada “Ruta del Dinero”, y con un encendido discurso político denunció que fue elegido como un instrumento para “destruir al peronismo” e involucrar en hechos de corrupción a la ex presidenta, Cristina Fernández de Kirchner.
Báez se reivindicó “amigo” del ex presidente Néstor Kirchner, realizó una encendida defensa del “país justo y soberano” que encarnó en su presidencia.
Al declarar en el juicio oral en el que es uno de los principales imputados (lleva más de tres años preso), Báez embistió contra el gobierno de Mauricio Macri y, especialmente, contra la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), a la que responsabilizó por la “maniobra” que lo perjudica.
“Articularon blancos de inteligencia para derribar al peronismo y a Cristina Fernández. Me ofrecieron convertirme en arrepentido en esta causa con la única finalidad de perjudicar a la ex presidenta Cristina Fernández”.
Esa supuesta oferta fue canalizada –dijo- a través de la abogada Claudia Balbín.
Báez dijo: “En abril de 2016 me llevaron a un control oftalmológico que no tenía previsto y cuando estaba esperando al médico se me acerca una mujer bien vestida y de unos 60 años. Se identifica como la doctora Balbín, se presenta como enviada del presidente Mauricio Macri y dice trabajar junto con (la número dos de la AFI, Silvia) Majdalani”.
Claudia Balbín fue abogada defensora de tres de los cuatro hijos de Báez. A ella le atribuyó: “Me dijo que si colaboraba mis hijos no tendrían problemas y se me devolvería gran parte de mis empresas y bienes, y recuperaría mi libertad. Sólo tenía que decir que era el testaferro de la familia Kirchner, que todo le pertenecía a la ex presidente y que con ello me excarcelarían”.
“Si me negaban, no sería sólo contra mí sino que mi familia sufriría las consecuencias y terminarían todos presos, y mis empresas arruinadas, lo que a la postre sucedió”.
El empresario la responsabilizó no sólo de la supuesta presión en su contra sino también de la maniobra para recusar al juez Sebastián Casanello, acusando falsamente de haberse reunido con Cristina Fernández en la Quinta Presidencial de Olivos.
El empresario encarcelado dedicó parte de su exposición a descalificar al financista arrepentido Leonardo Fariña, a quien calificó de “mentiroso” y “desesperado”.
“Estamos en presencia de un mentiroso que desesperado por salvarse tuvo que acceder a decir lo que el gobierno le pidió que dijera para perjudicar al peronismo y a la ex presidenta”.
En ese sentido, afirmó que Fariña desconoce “absolutamente” todo lo relacionado con la obra pública y “repitió un libreto” que le fue indicado –acusó- por personajes vinculados con la actual administración.
Báez, ataviado con una remera anaranjada, leyó con dificultades un escrito que había preparado. Allí denunció que también recibió una propuesta para reunirse con el ministro de Justicia, Germán Garavano.
Esa propuesta –afirmó- fue canalizada a través del periodista Luis Gasulla, quien incluso le habría entregado “un escrito de puño y letra diciendo lo que tenía que decir” para involucrar en casos de corrupción a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. La abogada de Báez, Elizabet Gasaro, entregó al tribunal el supuesto manuscrito de Gasulla.
No fue Gasulla el único periodista mencionado por Báez: también cuestionó a Jorge Lanata, Nicolás Wiñazki, Luciana Geuna y Daniel Santoro; a los legisladores Elisa Carrió, Graciela Ocaña, Mariana Zuvic y Manuel Garrido; a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich y al fiscal José María Campagnoli. A todos los atribuyó distintos y relevantes grados de participación en el supuesto armado de la causa en su contra.
“En todas las causas se invirtió la carga de la prueba, se me presumió culpable, se incautaron y utilizaron los bienes sin sentencia alguna en mi contra, se denominó a mis bienes ‘recuperados de la corrupción’, todo en nombre de la justicia. Ninguna voz del Poder Judicial se alzó. No hubo voces de los habituales denunciadores seriales de la República. Ninguno hizo nada en defensa de la institucionalidad”.
“Soy una víctima de una campaña atroz de los distintos poderes de la Argentina. “Me pusieron en una encerrona para que culpe a la señora Cristina Fernández y a su gobierno”.
Pero reivindicó: “Elegí el camino del silencio porque en el marco de una campaña que buscaba destruir al peronismo cualquier cosa podría transformarse en un arma para perjudicarme a mí y al peronismo entero”.
Así, se adjudicó parte del triunfo del Frente de Todos en las últimas elecciones: “Aporté con mi digna postura mi granito de arena para que podamos retomar el objetivo de un país justo y soberano”.