"No sé qué les pasó por la cabeza. No son asesinos, fue una tragedia", sostuvo Thomsen en diálogo con los medios antes de entrar a visitar a su hijo al penal de Dolores, al tiempo que dijo "lamentar" la situación por la familia de la víctima.
Asimismo, sostuvo que junto a su esposa se plantearon qué pudieron haber hecho mal en la crianza de su hijo, más allá que remarcó que los acusados "estaban alcoholizados".
El padre de Máximo ya había hablado días atrás en la entrada de la Comisaría Primera de Pinamar, donde su hijo y los demás rugbiers estuvieron detenidos hasta el miércoles a la madrugada: "Están destrozados, es una pesadilla total. No hicieron ningún plan para matarlo, eso es una locura".
El padre de Thomsen volvió a hablar a la salida y reiteró que que al momento del crimen su hijo "estaba alcoholizado y no se acuerda de la pelea", aunque aclaró que "no lo justifica" y que tiene "miedo de no verlo más en libertad", ya que el delito por el que los imputaron fue el de "homicidio agravado por premeditación y alevosía", que contempla la pena de cadena perpetua.
Además, afirmó que intentó llamar al padre de Báez Sosa: "Traté de llamar un montón de veces. No sé qué decirles. Si yo tengo el dolor que tengo, no me imagino lo que sienten ellos".
También aseguró que los rugbiers aceptaron la asistencia psicológica que le brinda el penal a los reclusos y reveló que su hijo Máximo "llora" dentro de la celda.
A la salida otros padres de los detenidos también hablaron de manera breve. La familia de Juan Pedro Guarino pidió "que se haga justicia" y añadió que "los chicos están bien".
"Le mandamos saludos al papá de Fernando", señalaron posteriormente, en la misma sintonía que otros familiares que sostuvieron: "Hay que ponerse en el lugar de ellos. Es el dolor más grande que se puede sentir".