El arzobispo de Buenos Aires se refirió así al pronunciar su homilia en la Catedral metropolitana, por primera vez a puertas cerradas y sin público, por las medidas sanitarias a raíz del coronavirus.
El primado argentino subrayó que, frente a la pandemia, "no debe haber espacio para especular ni acaparar con las necesidades del pueblo", como tampoco "lugar para llevar al terreno de las ideologías, posturas partidistas o intereses sectoriales", con lo cual hizo un llamado a "preservar la unidad".
"Contarnos entre los que cuidamos la vida como el don más precioso, nos enorgullece e identifica con el sacrificio de la generación que dio origen a lo que hoy somos como Nación", dijo Poli al encabezar la tradicional celebración religiosa que conmemora un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo, de la que hoy se cumplen 210 años.
Durante la homilía, que fue seguida por videoconferencia por el presidente Alberto Fernández desde la Quinta de Olivos, Poli planteó que, frente a la emergencia sanitaria, "la solidaridad, la hospitalidad y fraternidad vuelven a surgir como valores que nos identifican".
"En este tiempo, no debe haber espacio para especular ni acaparar con las necesidades del pueblo. Tampoco hay lugar para llevar al terreno de las ideologías, posturas partidistas o intereses sectoriales, ya que se trata de decidir sobre la vida de todos los argentinos y, por lo tanto, se hace necesario preservar la unidad", remarcó.
Al recordar las palabras de su antecesor Jorge Bergoglio, citó: "Hace pocos días, el papa Francisco manifestó que 'algunos gobiernos han tomado medidas ejemplares con prioridades bien señaladas para defender a la población. Es verdad que estas medidas molestan a quienes se ven obligados a cumplirlas, pero siempre es para el bien común y, a la larga, la mayoría de la gente las acepta y se mueve con una actitud positiva'".
Y continuó con la cita del Sumo Pontífice, quien aseveró que "los gobiernos que enfrentan así la crisis muestran la prioridad de sus decisiones: primero la gente. Y esto es importante porque todos sabemos que defender la gente supone un descalabro económico. Sería triste que se optara por lo contrario, lo cual llevaría a la muerte a muchísima gente, algo así como un genocidio virósico'".
Sobre el comportamiento del ser humano previo a la pandemia, el cardenal Mario Poli reflexionó: "Ese modo de ser se paraliza cuando un virus hace saltar todo por el aire y nos devuelve la mirada a lo esencial, para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, valorando el don de la vida a cualquier otro interés, estableciendo un orden de prioridades centrado en el bien común, fijando la mirada en cuidar a todos, especialmente, los que corren más riesgos".
"La globalización de la enfermedad, con sus letales cuotas de dolor y muerte, hoy nos hace caer en la cuenta de que la 'humanidad es una'", sentenció.
También dijo que "esta actitud valiente y sacrificada de tantos argentinos" lo hacía pensar en la certeza de un prócer de Mayo: 'La Patria es el sentimiento de libertad que es capaz de convertir en héroes a los ciudadanos más simples', como lo expresaba Manuel Belgrano".
En este marco, hizo una comparación con la parábola del buen samaritano que se leyó al comienzo de la celebración, y dijo que, hoy hay "miles de samaritanos anónimos" que "conmueven" porque "se echan al hombro la vida de los infectados y de todos nosotros" con "su silencioso y cotidiano sacrificio", en referencia a médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, entre otros.
En este sentido, citó nuevamente las palabras del Papa, luego reiteradas por el presidente argentino en sus mensajes de que "nadie se salva solo", y llamó a "ser solidarios y dar con alegría, sin mezquindades".
Acompañado por representantes de diferentes religiones durante el Tedeum, Poli recordó también a los próceres de la Revolución de Mayo al manifestar que "aquellos hombres y mujeres de esa gesta trascendente que, aun en un tiempo difícil y de panorama internacional incierto, no dudaron en llevar hasta las últimas consecuencias los principios revolucionarios".
"También nuestra plegaria se transforma en petición a Dios por el honorable, laborioso y estudioso pueblo argentino y por toda la gran familia humana, que en estas horas aciagas enfrenta una gran prueba, en la que está amenazada la salud y corre peligro la vida de todos".
Participaron de la ceremonia, el monseñor Joaquín Mariano Secunza y monseñor Enrique Eguía Seguí, obispos auxiliares de Buenos Aires; monseñor Joseph Bosch de la Iglesia Ortodoxa de Constantinopla; la rabina Silvina Chemem; la pastora Wilma Rommel; y el sheij Abdel Nabi Alhifnawi.