La investigadora Ximena Silveyra del Instituto de Investigaciones Biológicas (IIB- CONICET, UNMDP) lleva adelante el proyecto que estudia el efecto protector de neuronas de moléculas presentes en un alimento mundialmente conocido: la papa.
La enfermedad de Alzheimer es una dolencia neurodegenerativa progresiva que aún no tiene cura y cuya prevalencia aumenta en la población de adultos mayores. En países como Argentina, en donde existe un número elevado de personas mayores, debido al incremento en la expectativa de vida, la problemática es similar a la de países desarrollados pero sin los recursos de salud ni la economía de estos últimos, explica la especialista. En ese sentido se vuelven imprescindibles investigaciones como la llevada a cabo por Silveyra, que buscan prevenir este tipo de dolencias.
Además del beneficio directo en los pacientes toda acción que ayude al retraso de la aparición de las etapas severas de la enfermedad de Alzheimer o la internalización de los pacientes, representan un gran ahorro en los costos directos e indirectos asociados al cuidado de los pacientes. El proyecto plantea también un beneficio añadido a la economía regional y nacional, donde se propone el uso de compuestos bioactivos aislados de la papa.
La línea de investigación de Silveyra consiste en estudiar el efecto neuroprotector de compuestos bioactivos antioxidantes obtenidos de diferentes variedades de papas sobre un modelo in vitro de la enfermedad de Alzheimer. Es decir, generar un suplemento que ayude a prevenir un tipo de Alzehimer a partir de papas andinas y comerciales. Graduada de la Universidad Nacional de Mar del Plata como bióloga Ximena realizó posteriormente un doctorado en Neurociencias en el Instituto de Neurociencias de Alicante en la Universidad Miguel Hernández de Elche y un postdoctorado en San Diego, California. Luego regresó a Mar del Plata con una convocatoria de repatriación que le permitió iniciar la línea de investigación, aplicando todo lo aprendido.
Durante la investigación Silveyra pre-trata células neuronales con diferentes mezclas de estos compuestos y posteriormente las somete a condiciones similares a las que experimentan en las neuronas del cerebro de un paciente con enfermedad de Alzheimer. Por fuera de estas células existe una acumulación de una sustancia llamada péptido amiliode Aβ y de especies reactivas de oxígeno, este ambiente extracelular finalmente desencadena la muerte neuronal. “Lo que intentamos con estos experimentos es averiguar si el pre-tratamiento con estos compuestos bioactivos es capaz de proteger y disminuir el estrés al cual se someten las células en nuestro modelo biológico de Alzheimer”, explica la investigadora.
Actualmente Silveyra es investigadora asistente del CONICET y lidera un proyecto desde un enfoque multidisciplinario, donde participa Valentina Filiberti quien lleva a cabo su tesis doctoral en el tema y colaboran dos grupos de la UNMdP (Grupo de Materiales Compuestos de Matriz Polimérica-INTEMA y Centro de Investigaciones Económicas y GIHON-Laboratorios Químicos S.R.L., del sector privado). En este proyecto buscan desarrollar un suplemento dietario antioxidante que aporte beneficios saludables a la población de adultos mayores de Mar del Plata. En este caso el material de partida es un desecho de la industria de la papa que contiene estos compuestos bioactivos, extrayéndolos a bajo costo a escala piloto. Y finalmente, para asegurarse que el compuesto tenga una vida media que le permita pasar por el sistema digestivo y el torrente sanguíneo se diseñarán compuestos bioactivos nano-encapsulados que aseguren que resista ese tránsito y la biodisponibilidad del compuesto en el cerebro.
Para poder llevar a cabo la investigación la especialista estableció un cultivo de células animales que utiliza como herramienta fundamental de trabajo. Las papas andinas de las que extrae los compuestos bioactivos que prueba las obtienen a partir de un acuerdo de transferencia de material firmado entre la directora del grupo la investigadora del CONICET Adriana Andreu y el Banco de Germoplasma (INTA), quienes han conservado el material genético de una gran diversidad de papas nativas.
“Estas enfermedades no sólo causan el sufrimiento de los pacientes, sino también de los familiares, por eso para quienes hacemos ciencia, sabemos que todo aporte, por más pequeño que sea, contribuye e impacta de manera positiva al conocimiento científico”, concluye la investigadora.