Francia impondrá un toque de queda, entre las 9 de la noche y las 6 de la mañana, durante un mínimo de cuatro semanas –prorrogables a seis–, en la región de París y en las ocho mayores áreas metropolitanas del país (Lyon, Aix-en-Provence-Marsella, Toulouse, Lille, Montpellier, Grenoble, Rouen y Saint-Etienne).
La medida, destinada a frenar la rápida progresión de la pandemia de la Covid-19, entrará en vigor a las cero horas del próximo sábado. Afectará unas zonas en las que viven casi 20 millones de personas.
El uso del término “toque de queda”, una palabra fuerte, cargada de evocaciones bélicas, debe tener un efecto psicológico para la población, una especie de electrochoque.
Tiene que quedar muy claro que el momento es serio y que las consecuencias de que las autoridades no actúen o de la indisciplina de la población pueden ser dramáticas. Horas antes de la comparecencia se especulaba con que Macron iba a emplear un concepto más suave, como “confinamiento nocturno”. Finalmente se optó por huir de los eufemismos y encarar la realidad sin tapujos.
“No hemos perdido el control”, matizó el presidente al anunciar este toque de queda, cuyo objetivo es reducir drásticamente el contacto social, tanto en el ámbito público como sobre todo en el privado para que los contagios desciendan. Quien viole la norma deberá pagar una multa de 135 euros.
El jefe de Estado insistió, durante una entrevista televisada, en que el actual ritmo de contaminación –unos 20.000 casos al día– no es sostenible porque los hospitales pronto se colapsarán.
A diferencia de la primera ola de la epidemia, en la que el problema se concentraba en algunas regiones como el área de París y Alsacia, ahora el virus circula por todo el territorio. Ya no será factible trasladar enfermos o sanitarios para cubrir los puntos más críticos.
Macron no desaconsejó, sin embargo, que la población se vaya de vacaciones en la próxima pausa de otoño, durante la cual las escuelas cierran durante dos semanas.
Según él, estos desplazamientos pueden ser en el fondo positivos porque se descongestionarán las grandes ciudades.
Pero hizo hincapié en mantener unos comportamientos muy prudentes y rigurosos con las medidas de barrera y el contacto con las personas mayores y vulnerables. El Gobierno aconseja un máximo de 6 personas en las reuniones privadas.