La Dra. Haure, investigadora principal del CONICET y una reconocida docente de la UNMDP, era inmensamente querida por sus compañeros de trabajo. Les compartimos aquí algunas de sus palabras sobre ella.
La Dra. Patricia Haure era Profesora Titular del Departamento de Ingeniería Química (DIQyA) y en Alimentos de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP) e investigadora principal del CONICET en la División Catalizadores y Superficies del Instituto de Investigaciones en Ciencia y Tecnología de Materiales (INTEMA-CONICET, UNMDP). Se desempeñó como docente responsable de Ingeniería de las Reacciones Heterogéneas y Reactores Biológicos, entre otras asignaturas de grado y posgrado. Fue vice-directora del DIQyA, coordinadora del posgrado, consejera departamental y consejera académica.
Patricia nació en Mar del Plata, se recibió de Ingeniera Química en la UNMDP y realizó su Ph.D. en Ingeniería Química, en Canadá, en la Universidad de Waterloo. Su trabajo doctoral sobre operación periódica de reactores trickle bed, continúa siendo una referencia destacada en el área. Finalizado su doctorado, regresó a la Argentina en el año 1989, y aceptó el desafío de hacerse cargo del área de Catálisis e Ingeniería de Reacciones de la División Catalizadores y Superficies. Asumió esa tarea con compromiso, inteligencia y sensibilidad... tres cualidades que marcaron permanentemente su trayectoria.
En el transcurrir de todos estos años, con perseverancia fue conformando un grupo de catálisis ambiental diverso y adaptativo, con una filosofía de trabajo ética y exhaustiva bien delineada. Patricia “trabajó principalmente en el desarrollo de catalizadores heterogéneos para aplicar en el tratamiento de contaminantes orgánicos en medio acuoso por medio de procesos de oxidación avanzada. Y en esta labor hubo un poco de todo: alegrías, penas, "viernes de éxitos" (por todos esos viernes esperanzadores en que los experimentos salían mejor de lo esperado), frustraciones y sueños locos. Muchos momentos para recordar... diríamos casi una vida completa, con todos sus matices y sus collares... porque siempre tenía algún collar colorido que lucir”, comentan sus compañeros de grupo de trabajo.
Y recuerdan: “Patricia tenía una mirada muy práctica e integral de los temas que se proponía estudiar, ¡una auténtica ingeniera con todas las letras! Curiosa, analítica, apasionada, creativa, ¡super ansiosa!... distraída al punto de borrar por error todos los emails con un click, pero siempre atenta a las personas y a sus luchas, y siempre profundamente humana, genuina y generosa”.
Mamá de Agustín, de muchos cuatro patas y de varias generaciones de estudiantes y tesistas, Patricia fue una gran sembradora. No sólo porque amaba las plantas, el jardín, la naturaleza, sino porque amaba su trabajo, y esa tarea tan honorable de enseñar y sembrar en otros las ganas de soñar, de insistir, de descubrir cosas nuevas. Tenía una gran pasión por la docencia y cambiaba la forma de dar las clases cada año, desafiada por llegar cada vez más a los estudiantes, por interesarlos, por enseñarles y que aprendan. Sin dudas fue siempre muy respetada y dejó una huella en todos ellos.
“También la recordamos como una incansable buscadora de tesoros. Le encantaba buscar tesoros escondidos en los cajones del laboratorio. Uno de sus lemas era "hagamos ciencia con lo que haya en los cajones..."), pero especialmente le encantaba buscar esos tesoros con alas, escondidos en las personas”, recuerdan sus compañeros.
Hay mucho para decir sobre esta mujer tan luchadora, valiente y delicada, resiliente, llena de colores, de música, de viajes y de historias. Resulta difícil hacerse a la idea de que cuando regresemos a las tareas presenciales, ya no la volveremos a encontrar. Con el pesar de esta ausencia que duele, honramos su memoria con gran admiración y profundo cariño. ¡¡Siempre gracias, Patricia!!