Más allá del compromiso asumido por el intendente Guillermo Montenegro de hacer cumplir a rajatablas la ordenanza, que impone fuertes multas y el secuestro de los vehículos de la aplicación Uber, lo cual les cabe, también, a todos los autos “truchos” que circulan en la ciudad, insistentemente se escuchan, en los pasillos de Palacio, rumores inquietantes con la proximidad de una temporada estival, que se augura promisoria.
Ante la escasa circulación nocturna de “techos amarillos” y la consuetudinaria pésima frecuencia de las unidades de transporte público de pasajeros, el rumor apunta a la laxitud de los controles, que ex profeso facilitarían un nuevo desembarco en la costa atlántica de las polémicas plataformas digitales relacionadas con coches de alquiler.
“Cocodrilo que se duerme es cartera”, alertan los corrillos y agregan que “las cuartadas plausibles siempre están a mano, basta recordar que el subsecretario de Movilidad Urbana de la Comuna, Dante Galván, en el Concejo Deliberante, para justificar la circulación de colectivos repletos por fuera de los protocolos impuestos en el marco de la pandemia por el coronavirus, reconoció ´no tener las herramientas´ para controlar”.