Molestias para usuarios del servicio público de transporte de pasajeros de la línea urbana debido a la alteración de los recorridos, micros de larga distancia maniobrando y tratando de dejar contingentes de turistas en medio del caos diario del tránsito, inconvenientes para operarios de empresas de servicios públicos que deben realizar tareas de mantenimiento, y otros problemas derivan en el cuestionamiento y el creciente malestar generado ante la proliferación de los decks gastronómicos en diversas zonas de la ciudad, pero principalmente en el microcentro.
Si bien el decreto del Ejecutivo que reglamentó el protocolo de funcionamiento “establece todas las características y requisitos a cumplir por parte de los establecimientos para la instalación de mesas y sillas en el exterior, decks y/o corredores gastronómicos”, precisando cómo deben ser estas estructuras, cuanto deben medir y de qué materiales deben ser y demás detalles, de las palabras a las cosas se abrió una profunda grieta.
Lo que comenzó en medio de la pandemia dura como un paliativo coyuntural para el empresariado gastronómico - un sector donde se concentran altos índices de precariedad e informalidad laboral -, terminó en el avasallamiento y la apropiación de la vía pública, trayendo consigo más problemas que las pretendidas soluciones.