El popular sabueso comunitario "Rulo" volvió a revalidar durante el 2021 su preponderancia como personaje icónico, haciendo facha con su mejor perfil en las esquinas del microcentro marplatense o haciendo gala de liderazgo y marchando a la vanguardia en cada movilización y protesta social, que tuvo lugar en los aledaños del Palacio Municipal, desafiando los ímpetus denunciatorios del jefe comunal.
Otro de los personajes icónicos del año fue la centenaria escultura de la Plaza San Martín conocida como “La Sirenita”, cuyo robo a escasos metros del mismísimo Palacio Municipal y su hallazgo en una estancia situada a la altura del kilómetro 392 de la ruta 2, donde además se encontraron otras 25 piezas de alto valor patrimonial y cultural sustraídas en los últimos años de distintos espacios públicos, continúan siendo un enigma que tiene a un anticuario imputado por el robo, quien pocos días después de su detención fue excarcelado.
Contrastando con el alto valor patrimonial de “La Sirenita”, se ubica como tercer personaje icónico del año, la rudimentaria escultura de una mujer sentada que se toma las piernas mientras mira hacia el mar, cuya aparición “misteriosa” en Playa Chica el fin de semana largo de Carnaval fue primicia de Multimedios La Capital, el mismo día en el que “casualmente” tuvo el primer tratamiento en la comisión de Turismo del Concejo Deliberante el acuerdo entre el intendente Guillermo Montenegro y Aldrey Iglesias, con una rebaja sustancial respecto al canon inicial por la UTF Hermitage- Las Toscas, que el ex jefe comunal Carlos Fernando Arroyo le había impuesto al mega empresario hotelero y de medios.
¿Casualidad encomillada? El hecho es que el misterio sobre el autor de la escultura anónima se prolongó durante una semana entre conjeturas, que distrajeron la atención de turistas y residentes, que se acercaron a sacarse fotos y contemplar el adefesio escultórico hasta que la Secretaría de Cultura montó el circo y descorrió el telón para presentar al cirujano plástico Mario Magrini. Resultó ser el hermano del director de la Guardia del Mar fundada por sus padres, y leyó una extensa carta donde reconstruyó la historia que lo llevo a colocar con sus propias manos el mamotreto en la zona de Playa Chica. Siguiendo el guion del culebrón, aseveró que “jamás pensé en la repercusión que podría tener esta escultura. Solo quise hacer una acción artística que mi familia conocía y la puse en esa zona de la costa. Yo lo calificaría como una travesura”.
Finalmente, en el inicio del fin de semana largo de Semana Santa, fue emplazada la estatua de un perro detrás del mamotreto que causó revuelo en Playa Chica durante el verano, pero a pesar de honrar al mejor amigo del hombre (o de la mujer) no duró 24 horas en el lugar, pues fue retirada ese mismo día por personal municipal. No obstante, lo cual la pieza amerita ser mencionada como el icono de los desafortunados entenados.
(Gentileza: Roberto Latino Rodríguez)