El artista argentino y radicado en Francia desde 1963, Antonio Seguí, famoso por sus pinturas de pequeños hombrecitos con sombreros, dueño de un imaginario múltiple que supo combinar el humor, el grotesco y la simplicidad, murió este sábado a los 88 años en la Argentina, país al que regresaba cada vez que podía y que lo homenajeó por última vez en 2020 con una muestra en el Museo Nacional del Grabado.
Canoso, de bigote ancho y luminosos ojos celestes, no perdió jamás su típico acento cordobés, pese a vivir la mayor parte de su vida en el pequeño poblado de Arcueil, en las afueras de París, donde tuvo su taller de arte que sólo abandonó algunas veces al año para visitar su Villa Allende natal.
Hace más de cinco décadas que estaba radicado en París, pero Seguí no olvidaba el sol y "los pocos amigos que quedan" de su Córdoba natal, esos "tesoros" que venía a buscar cada vez que volvía a la Argentina, según confesó en febrero de hace dos años en una entrevista con Télam a propósito de la exposición con más de 60 obras que le dedicó el Museo Nacional del Grabado.
Nacido el 11 de enero de 1934, viajó por el mundo, se formó como artista, y tuvo una vida bohemia recién llegado a París en el año 1963. Tuvo también una activa participación en el Mayo del 68 y fue acosado por parte de la dictadura militar argentina, al punto de haber sido ametrallado en su casa parisina.
Formado en la Academia de San Fernando de Madrid y de la Ecole des Beaux Arts de París, Seguí ha recreado a lo largo de su carrera una completa gama de arquetipos sociales, con técnicas que incluyeron el abstraccionismo matérico, una figuración de corte expresionista y algunos elementos del cómic.
La obra madura del pintor se inicia a mediados de los '60, con su instalación definitiva en París: a partir de esta etapa aclara su paleta y se vale de recursos propios de la historieta, textos, flechas y señales yuxtapuestas.
Desde fines de los '80, los cuadros de Seguí se explayan con tono crítico sobre la degradación de la vida en las grandes ciudades, la contaminación, el hacinamiento, y las consecuencias de la industrialización y los adelantos tecnológicos.
El artista reconocía siempre al paisaje y a las vivencias de su infancia como fuentes centrales de su obra. "En mi trabajo, el mensaje ha sido siempre las impresiones de mi infancia en Córdoba. Son producto de la memoria del niño que en algún momento fui", contó alguna vez.
Siempre distintas, las figuras masculinas de sus obras pueblan tanto el abigarrado panorama urbano como los paisajes rurales. Sus retratos de aparente sencillez y leve ironía aparecen aludiendo tanto a la alienación de las ciudades como al aislamiento de la vida en el campo.
Seguí expuso por primera vez en la Argentina en 1957 y desde entonces realizó más de 200 exposiciones individuales en los cinco continentes, representó al país en la Bienal de Venecia y ganó casi 40 premios, como el Salón Latinoamericano de Dibujo y Grabado de Caracas o el Gran Premio del Salón Internacional de La Habana.
Prolífico creador de reconocida trayectoria internacional, amigo de Rodolfo Walsh, Héctor Tizón y Copi, el artista realizó cerca de 300 exposiciones y sus cuadros están en al menos 90 colecciones públicas del mundo como el MoMa de Nueva York y el Centro Pompidou de Francia.
Además, el gobierno francés lo nombró Caballero de la Orden de las Artes y las Letras y es miembro de la Academia Europea de Ciencias, Artes y Letras de Francia.
También fue galardonado con prestigiosos premios como el "National Museum of Western Art", V Bienal Internacional de Estampas, Tokio, Japón; el del Salón Latinoamericano de Dibujo y Grabado de Caracas, Venezuela; el Konex de Platino (gráfica), Argentina, entre otros.
"Mi trabajo siempre está centrado en el hombre. Una escena de calle, un encuentro fortuito, el pasar frente a un mercado, ser testigo de un accidente, me sirven de pretexto que sumado a la memoria de mi infancia, a las tiras cómicas, a las caricaturas políticas de los años 30 y al humor del que nunca me pude separar por el hecho de ser cordobés, son el cimiento de lo que yo hago", dijo durante una entrevista con Télam, al desgranar los disparadores de su imaginación.
En su taller parisino, donde tenía una parrilla y se solían organizar asados y guitarreadas, lograba congregar a la comunidad artística argentina presente en Francia, como Astor Piazzolla, Atahualpa Yupanqui, y llegaron a pasar por allí, entre tantos otros Duchamp, Neruda, Alejo Carpentier, Copi, Mercedes Sosa y John William Cooke.
En 2010 donó al Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (Mamba) una colección de más de cien grabados de su autoría. En 2001, ya había legado otras 330. "Siempre me interesé en todas las técnicas -reconoció en aquel entonces- y cada una de ellas, sea el grabado sobre metal, la litografía, la serigrafía, el linograbado, me brindan posibilidades a veces inesperadas para realizar mis cosas. En esta serie por ejemplo muestro varios carborandum, manera de hacer que descubrí hace no mucho tiempo".
De sus grabados -habitados por muchos personajes y elementos como edificios, aviones y animales- se desprende una gran vitalidad, delineada desde el grotesco, lo brutal y la simplicidad, siempre en clave de humor.
Pero además, Seguí fue un apasionado coleccionista de arte precolombino y africano: de máscaras africanas y cerámicas de la Argentina, Colombia, Perú o México. Su pasión por "acumular" el arte precolombino nació durante un viaje en auto que realizó para descubrir Latinoamérica en mayo de 1957, y que lo llevó de la Argentina a México, y su traslado en 1963 a París.
Un tipo con gran sentido del humor, en la última entrevista con Télam, había sido consultado acerca de qué extrañaba de la Argentina? a lo que respondió: "De mi ciudad natal, las empanadas, de la Argentina, el bife de chorizo 'a punto'...".
"Tengo necesidad de la Argentina, por eso vengo todos los años. Necesito el sol, ir a Córdoba, ver a los pocos amigos que me quedan. Y además es una época que necesito del sol, para cargar las baterías. Necesito alejarme del frío, dada mi edad”, contó en esa oportunidad a propósito de su muestra en el Museo Nacional del Grabado. Hacía diez años que el artista no exponía en Buenos Aires, aunque sí en otras ciudades de la Argentina.
La pandemia truncó en los últimos años varios de sus planes, como dos exposiciones en Francia, una en Grecia, otra en Miami, y una gran antológica que iba a tener lugar en 2020 en el Museo Nacional de Bellas Artes.