Este viernes a las 7:30, en la parada de las líneas 552 A, 555 y 591 B de la empresa “25 de Mayo”, ubicada en la calle Puán y la Avenida Jacinto Peralta Ramos, los escolares lamentaban la media falta en tanto los trabajadores se desesperaban por la demora que acarrearía la pérdida del presentismo o lo que es peor, en estos tiempos, la pérdida de su fuente laboral, protagonizando el drama cotidiano que se replica varias veces al día en distintos puntos de la ciudad.
Después de una larga demora en las paradas, una vez a bordo de una unidad mugrienta y abarrotada de pasajeros, se viaja apretujado como una sardina enlatada.
La falta de frecuencias, sobre todo durante la noche y los fines de semana, también repercuten en la seguridad, ya que los usuarios son el blanco de robos de manera reiterada mientras esperan en las paradas.
Pero los levanta manos al momento de votar un boletazo o transferir, con pretextos trillados, el costo político al intendente de turno, no empatizan con estas situaciones habituales por las que transitan los usuarios; tampoco a los jefes comunales circunstanciales les ha templado el pulso cada vez que ajustaron la tarifa, más allá de que, en los últimos tiempos, intentaron la modalidad de desdoblar el manotazo a los bolsillos de los rehenes de un sistema de transporte, concebido a la medida de los empresarios.
La connivencia de administraciones y estructuras municipales con los intereses empresariales constituyeron el iceberg contra el cual colisionó la implementación de los instrumentos legislativos para proceder a la reestructuración general de un servicio esencial, para la cual fue creada en teoría una Sociedad de Estado mediante la ordenanza 6979/87, que hace 35 años duerme el sueño de los justos, acunada por los sucesivos alternadores de bancas y cargos políticos.
(Gentileza: Roberto Latino Rodríguez)