Entre tantas noticias sanitarias malas hay un costado positivo, y es que la mayoría de los niños y adultos con un sistema inmunitario sano no enfermarán gravemente, dicen los expertos consultados, pero hay dos grupos de alto riesgo.
El primero de ellos es el que comprende a los bebés de menos de seis meses, pero ellos todavía no fueron afectados por el brote actual, y muchos adultos mayores (arriba de los 45 años) al menos tienen la protección parcial que les brinda la vacunación de hace décadas contra la viruela común no así los menores de esa franja etaria, según sugieren las investigaciones.
Sin embargo, los adultos mayores vacunados podrían infectarse, pero muy probablemente solo tengan síntomas leves.
“La conclusión es que incluso los que fueron vacunados hace muchas décadas conservan niveles altísimos de anticuerpos y la capacidad de neutralizar el virus”, dijo el doctor Luigi Ferrucci, director científico del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento de Estados Unidos. “Aunque hayan sido vacunados hace 50 años, la protección tiene que funcionar”, agregó.
Cabe destacar que en Estados Unidos, la vacunación de rutina contra la viruela fue descontinuada en 1972, aunque los militares continuaron con su programa de vacunación hasta 1991, como precaución contra un ataque bioterrorista.
El doctor Anthony Fauci, máximo asesor del gobierno de Joe Biden en materia epidemiológica, recuerda que tras el atentado con ántrax del año 2001 surgieron dudas sobre la durabilidad de la vacunación contra la viruela. Era razonable suponer que la mayoría de los vacunados seguían protegidos, dice Fauci, “pero la duración de la inmunidad varía en cada persona”.
“No podemos garantizar que una persona que fue vacunada contra la viruela vaya a estar protegida contra la viruela del mono”, aclara Fauci.
Un punto clave es que el brote de viruela del mono sigue creciendo: ya hay 260 casos confirmados y miles más en estudio en más de 20 países. La infección empieza con síntomas respiratorios, pero hace eclosión rápidamente con un sarpullido característico, primero en la boca, luego en las palmas de manos y pies, y gradualmente va tomando el resto del cuerpo. Ese sarpullido en determinado momento se ampolla y se llena de pus.
Cada pústula contiene virus vivos, y al abrirse puede contaminar la ropa de cama, las toallas y otros objetos, con el consiguiente riesgo para el entorno cercano. Las personas infectadas también deberían evitar refregarse los ojos, porque el virus puede dañar gravemente la visión.
Antes de que Jenner desarrollara la vacuna contra la viruela, la causa número uno de ceguera en el mundo era la viruela”, dice Mark Slifka, inmunólogo de la Universidad de Ciencia y Salud de Oregón, y explica que los infectados son contagiosos hasta que las pústulas forman cáscara y esta se desprende.
Al igual que otros expertos, Slifka subraya que, si bien la viruela del mono puede ser grave y hasta mortal, difícilmente el brote actual escale en forma de epidemia.
“Tenemos la suerte de contar con vacunas y tratamientos”, dice Anne Rimon, epidemióloga de la Universidad de California en Los Ángeles, que ha estudiado la viruela del mono en África. “Tenemos los medios para frenar este virus”.
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