Millones de británicos se enfrentan a una semana de caos en el transporte. La primera jornada de la mayor huelga del ferrocarril de los últimos 30 años ha sido secundada por 40.000 trabajadores. Menos del 20% de los servicios habituales estarán disponibles durante un paro de tres días, que incluye el jueves y el sábado, pero en la práctica trastocará el servicio de trenes hasta el domingo. Las estaciones en Inglaterra, Gales y Escocia se hallaban estos martes prácticamente desiertos y la recomendación de las autoridades a los ciudadanos es la de quedarse en casa y trabajar desde allí siempre que sea posible, o buscar formas de transporte alternativas.
El paro ha sido convocado por el sindicato de los Trabajadores del Ferrocarril, Marítimos y del Transporte (RMT) en disputa con el Gobierno sobre los salarios, las condiciones y futuro recortes de puesto de trabajo y las pensiones. Entre 40.000 y 50.000 trabajadores secundan el paro. El primer ministro, Boris Johnson, acusa a los huelguistas de estar dañando a la misma gente que dicen ayudar y considera el paro “innecesario y perjudicial”, porque los planes de reforma del sistema ferroviario seguirán adelante.
"Al seguir adelante con estas huelgas ferroviarias, están ahuyentando a los viajeros que, en última instancia, apoyan los puestos de trabajo de los trabajadores ferroviarios, al tiempo que afectan a las empresas y comunidades de todo el país", afirma Johnson
Salarios y seguridad en el empleo
El RMT responde que esas reformas suponen miles de puestos de trabajo suprimidos y los salarios actuales no reflejan el aumento del coste de la vida. La última propuesta del gobierno era de un aumento del 3%, cuando la actual inflación se sitúa en el 9% y en octubre alcanzará el 11%. A eso hay que añadir “que los sueldos llevan varios años congelados”, apunta el secretario general del RMT, Mick Lynch. El Gobierno tampoco “ha asegurado que no habrá despidos forzosos”, añade. "Se necesita seguridad en el empleo, condiciones decentes y un trato justo en general. Si conseguimos eso, no tendremos que tener los problemas que tenemos ahora" ha señalado Lynch en declaraciones a Sky News. El ministro de Transportes, Grant Shapps, insiste en que los recortes de puestos de trabajo “serán en su mayoría” voluntarios” y las reformas se harán “pase lo que pase”.
La situación es aún más complicada en Londres donde una huelga en el metro afecta a la mayoría de las líneas en protesta por las pensiones. Trabajadores de otros sectores, como médicos, profesores, e incluso abogados, estudian la posibilidad también de ir a la huelga en lo que se presenta como un verano "caliente".
Inflación destructiva
La economía británica se recuperó inicialmente con fuerza de la pandemia del covid-19, pero una combinación de escasez de mano de obra, interrupción de la cadena de suministro, inflación y problemas comerciales postbrexit han causado indicios de una recesión. El Gobierno dice que está dando apoyo adicional a millones de hogares, pero asegura que los aumentos salariales por encima de la inflación dañarían la economía. "Unos niveles de inflación más altos y sostenidos tendrían un impacto mucho mayor en las nóminas de la gente a largo plazo, destruyendo los ahorros y extendiendo las dificultades a las que nos enfrentaríamos durante más tiempo", dijo Johnson.
El estallido de la huelga se ha comparado a la década de 1970, cuando Reino Unido se enfrentó a huelgas laborales generalizadas, como el "invierno del descontento" de 1978-79. Las huelgas se producen mientras los viajeros en los aeropuertos británicos sufren caóticos retrasos y cancelaciones de última hora debido a la escasez de personal, mientras que muchos británicos tienen que esperar meses para que les lleguen los nuevos pasaportes debido a los retrasos en su tramitación.