Ricardo Capparelli, un hombre de 77 años oriundo de Mar del Plata y dueño de una reconocida casa de materiales de construcción, murió en los últimos días en Andalucía, España, donde se encontraba de vacaciones.
Su familia, según datos que pudo recabar en el país ibérico, sostiene que Ricardo fue víctima de una feroz golpiza durante un robo que le produjo posteriormente la muerte, aunque los detalles aún son materia de investigación.
"Estoy convencida de que le dieron una paliza y que nos lo ocultó para no preocuparnos. Mi padre era así, siempre pensaba en los demás antes que en sí mismo", contó su hija, Soledad Capparelli, al Diario Sur, de España. Hasta ahora la Justicia española no supo determinar las causas de la muerte ni logró dar con los delincuentes.
El hecho que investiga la Guardia Española de Granada ocurrió en la noche del 17 de junio y la víctima falleció en un nosocomio dos días después.
La autopsia determinó que Capparelli tenía 12 costillas fisuradas o fracturadas, hemitórax y una hemorragia interna por haberse visto lesionado el hígado.
El viaje de Ricardo Capparelli se había iniciado el 14 de junio, día de su cumpleaños, y fue organizado por su hija. La primera escala fue en Málaga, donde se encontraría con una familia amiga.
En esa cuidad de se alojó en el hotel Only You y se movió en un MINI Cooper que le habían alquilado para que recorriera la costa del Mediterráneo durante dos semanas.
El 17 de junio, cuando se disponía a hacer el check out en el hotel Paraíso del Mar, de Nerja, donde se hospedaba, el recepcionista lo vio mal. Le preguntó qué le pasaba, y Capparelli, un enamorado de los deportes náuticos, le respondió que había estado inconsciente en el suelo por al menos dos horas, y que “creía” que le habían dado una paliza, le habían robado el teléfono, el reloj y un portavalores. Lo urgió a que fuera a buscar atención médica a Urgencias, pero él se negó.
A pesar de los fuertes dolores, Capparelli manejó 95 kilómetros hasta Granada, donde tenía reservado un departamento. Allí volvió a comentar lo que le había sucedido la noche anterior en Nerja.
La tarde del 18 de junio, Capparelli se sumó a una excursión por la Alhambra, pero entonces no pudo soportar más. "Cuando volví a por él a las dos de la tarde en punto, hora en la que teníamos acceso a Palacios Nazaríes, lo encontré en la puerta de la tienda (que acababa de cerrar) con muy mala cara y le pregunté: ¿va usted a continuar la excursión finalmente? Me dijo que no, porque había tenido una caída muy fuerte, recientemente, y le dolía mucho el costado", le contaría Maribel, la guía, a la hija de la víctima. Por eso decidió llamar a la Cruz Roja. Lo trasladaron al Hospital Clínico Universitario San Cecilio, de Granada.
Los estudios que se le practicaron permitieron determinar que el turista marplatense se había contagiado Covid-19, apenas un detalle en un cuadro que sorprendió a los profesionales: le detectaron doce costillas fracturadas, un severo derrame pleural con neumotórax y laceración hepática.
Cuando le consultaron qué le había pasado, cambió la versión que había dado en el hotel y comentó que se había caído en un pozo, presuntamente para no preocupar a su familia en Argentina.
Sus hijos, Facundo y Soledad, viajaron de urgencia al enterarse de lo sucedido, advertidos desde el hotel porque su padre no había retirado pertenencias cuando se había vencido el plazo de Estadía.
Arribaron sólo con margen para intentar reconstruir el caso, en busca de datos y testimonios que permitan avanzar hacia el esclarecimiento de este ataque mortal. Y, por supuesto, repatriar los restos, trámites que Facundo empezaba a avanzar en Madrid.
Facundo y Soledad realizaron la denuncia en un juzgado de guardia y al cuartel policial de Nerja para que las autoridades españolas puedan investigar su misteriosa muerte.
Ricardo Capparelli era un reconocido protagonista de la industria de la construcción en Mar del Plata. Sus hijos le habían regalado este viaje para que descanse y disfrute en España su cumpleaños 77; ahora precisan de la colaboración de testigos para reconstruir las úlimas horas de sus padre y tratar de dar con los que asaltaron e hirieron de muerte.