En cuestión de días, en Francia dos bomberos voluntarios han sido acusados de provocar algunos de los devastadores incendios sufridos en el país este verano.
Uno de ellos es un joven de 27 años, sospechoso de haber iniciado el fuego que arrasó 230 hectáreas cerca del lago Vouglans, en el este, el pasado diez de agosto.
"Ensucia el uniforme", aseguraba el coronel Cyril Fournier, uno de sus excompañeros. "Es imposible mostrar tolerancia en este tema".
En la ciudad de Grenoble, otro bombero voluntario de 35 años está en prisión desde el pasado jueves. Se le acusa de haber comenzado varios incendios en la localidad de VIF, a unos 120 kilómetros al sur del anterior. Él niega los cargos.
El subidón de adrenalina
A finales de julio, en la región de Hérault, el sudeste, otro bombero voluntario, de profesión guarda forestal, admitió tras ser detenido ser el autor de varios incendios. Justificó su comportamiento por el subidón de adrenalina que le causaba y la necesidad de reconocimiento social.
"Respecto a los incendios, tenemos varios elementos que indican una causa criminal, especialmente donde empezaron varios de forma simultánea", comentaba Chritope Peigne, suboficial de policía de la Unidad de Identificación Criminal.
De desconocido a héroe
La psicología explica la necesidad de los bomberos incendiarios de sentirse imprescindibles. Se crea la tragedia contra la que luchar y en unas pocas horas ya te has convertido en un héroe.
Desde el comienzo del verano, 34 personas han sido arrestadas en Francia acusadas de haber provocado incendios, según el ministerio del interior.