El exmandatario revirtió la diferencia registrada al inicio del escrutinio y lidera el conteo por más de 3 puntos sobre el actual presidente, cuando se lleva más del 90% de los sufragios contados.
Durante las primeras horas del escrutinio, el líder del Partido de los Trabajadores (PT) se venía manteniendo por debajo del presidente de ultraderecha.
Para ganar en primera vuelta se necesita el 50% más uno de los votos. Si ninguno de los candidatos alcanza esa cifra, la Presidencia de Brasil se definirá en un balotaje el 30 de octubre.
El Tribunal Superior Electoral contabiliza sólo los votos válidos para elegir presidente, es decir, no incluye a los sufragios en blanco o los anulados.
La campaña del Partido de los Trabajadores (PT) cree que hubo un "voto silencioso" a favor del presidente Bolsonaro que no detectaron las encuestas, que le daban a su candidato entre el 50 y 51 % de los votos.
"Se esperaba un voto silencioso hacia el presidente, que debería tener más del 36% de los votos. La campaña fue atípica por eso", dijo a Télam uno de los históricos dirigentes del PT, que habló en condición de anonimato.
El dirigente comentó que la expectativa es que los votos donde el PT debería recuperar terreno, e incluso vencer la primera vuelta, son los de los estados del nordeste, especialmente los más populosos como Pernambuco, Ceará y Bahía.
Las mesas abrieron puntualmente a las 8 y cerraron en general a las 17, aunque muchas de ellas continuaron abiertas a la espera de que votaran los ciudadanos que estaban formando fila a esa hora.
La jornada, que transcurrió sin mayores incidentes, se caracterizó por la gran afluencia de ciudadanos, en su mayoría ataviados con ropa verde y amarilla o roja, según fueran simpatizantes de Bolsonaro o Lula, que convivieron en paz en las largas filas formadas frente a los colegios.
El exmandatario votó cerca de San Pablo, donde forjó su actividad sindical y política en las décadas de 1970 y 1980 y lideró el mayor movimiento obrero contra la dictadura militar que gobernó el país desde 1964 a 1985.
"Estoy votando con la posibilidad de volver a ser presidente para que el país vuelva a la normalidad", dijo Lula.
A unos 430 kilómetros de distancia, el presidente y excapitán del Ejército votó en Río de Janeiro, en una escuela del barrio Villa Militar a la que llegó en una caravana de autos negros, vestido con la camiseta de la selección de fútbol de Brasil.
Bolsonaro, en el poder desde 2019, fue consultado sobre si reconocerá los resultados, tras haber amenazado varias veces con no hacerlo afirmando que no solo las encuestas no son creíbles, sino tampoco el sistema de urnas electrónicas que se usa en Brasil.
"Unas elecciones limpias deben ser respetadas", dijo a medios, entre ellos Télam, antes de votar, pareciendo insinuar que sólo reconocerá los resultados si considera que el proceso, que es supervisado por observadores internacionales, fue transparente.
Más de 156 millones de brasileños estaban habilitados para participar de los comicios, en los que se eligieron además los gobernadores de los 27 estados, 21 senadores, 513 diputados federales y más de 1.000 legisladores regionales.
El voto en Brasil es obligatorio para los ciudadanos de entre 18 y 69 años y opcional para los que tienen 16 y 17 y los mayores de 70.
Sea quien sea el ganador, asumirá la Presidencia el 1 de enero de 2023 y con, ella, las riendas del país más grande y más poblado de Sudamérica, así como su mayor economía, la décima del mundo, según el FMI en base al PBI nominal.