La ex presidenta brasileña, Dilma Rousseff asumió este jueves al frente del Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS, en una ceremonia en Shanghái en la que también estuvo presente el actual presidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien impulsó su candidatura.
En su primer acto en China, Lula aseguró que la toma de posesión de Rousseff “al frente de un banco global de tal envergadura” es “un hecho extraordinario en un mundo todavía dominado por los hombres”.
También destacó su pasado en la lucha contra la dictadura y aseguró que su nuevo cargo es una “herramienta de reducción de la desigualdad entre países ricos y países emergentes”.
El presidente brasileño propuso a Rousseff para el cargo después de la renuncia en marzo del diplomático brasileño Marcos Troyjo, que asumió en 2020 por designación del exmandatario Jair Bolsonaro.
Rousseff, que ya tomó las riendas a finales de marzo, completará el período restante de la presidencia rotativa de Brasil en el organismo que expira en julio de 2025.
El banco de desarrollo multilateral de los BRICS -integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica- fue creado en 2015, con la misión de financiar obras de infraestructura y promover el desarrollo sustentable en esas y otras economías emergentes.
En su discurso de toma de posesión, Rousseff aseguró que esta entidad está en “una posición única para liderar el camino” en dirección a un mundo próspero y con un desarrollo compartido.
La expresidenta brasileña también enumeró los “desafíos significativos” a los que se exponen las economías emergentes como la desigualdad persistente, la pobreza extrema, la infraestructura inadecuada o la falta de acceso a la educación y a la salud.
Al anunciar su nombramiento en marzo, el banco destacó que Rousseff “priorizó la lucha contra la pobreza” durante su mandato (2011-2016) y dio continuidad a los programas sociales iniciados durante la administración de Lula (2003-2010), gracias a lo cual Brasil logró salir del mapa del hambre de la ONU.
Economista de formación y delfín de Lula, Rousseff se convirtió en la primera mujer en asumir la presidencia en Brasil y obtuvo un segundo mandato que acabó en 2016 con su destitución, acusada de maquillar las cuentas públicas en un proceso teñido de irregularidades y señalado como “excusa” para destituir a la entonces presidenta.
En su primer acto en China, Lula aseguró que la toma de posesión de Rousseff “al frente de un banco global de tal envergadura” es “un hecho extraordinario en un mundo todavía dominado por los hombres”.