Con un potencial de crecimiento de la producción del 50% anual, hacia 2027 la Argentina podría convertirse en el tercer o segundo productor mundial de litio, detrás de Australia, desplazando a China y eventualmente también a Chile, que actualmente detentan, respectivamente, la tercera y segunda posición en el ranking mundial de producción del mineral.
Así surge de un informe de CRU, una consultora canadiense especializada en minería que afirma que la Argentina, gracias a sus operaciones activas y 38 proyectos en desarrollo, tiene un potencial de crecimiento de la producción del 50% anual, contra 16% en Chile y una expansión menos precisa, pero también inferior, en el caso de China, que es a su vez el principal destino de las exportaciones de carbonato de litio de la Argentina.
En el mismo sentido, meses atrás Rodrigo Dupouy, presidente para América Latina de Sorcia Minerals, una empresa norteamericana con cabecera regional en Chile, advirtió en una carta al diario El Mercurio, que el “boom del litio” chileno es un oasis en riesgo de desaparición. “Tanto la Comisión Chilena del Cobre como J.P.Morgan han advertido recientemente que la Argentina nos superará en la producción durante los próximos años. Y si seguimos así, podemos ser desplazados al cuarto lugar por China” alertó Dupouy.
A su vez, un estudio de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) buscó responder dónde está la oportunidad para la Argentina en términos de “valor agregado”, un caballito de batalla del discurso del actual gobierno argentino, que a través de voceros como la secretaria de Asuntos Estratégicos, Mercedes Marcó del Pont, y del secretario de Industria y Desarrollo Productivo, José Ignacio de Mendiguren, dice que la Argentina debería fabricar baterías de litio e incluso autos eléctricos, en vez de limitarse a la producción de carbonato de litio “grado batería”.
“No podemos ser inquilinos de nuestros propios recursos”, es la frase marketinera con la que de Mendiguren planteó la cuestión en una reciente exposición conjunta. El carbonato de litio “grado batería” (esto es, de una pureza de al menos 99,5%), tiene sin embargo una fuerte rentabilidad y, a igual volumen, 6 veces más “valor agregado” que el espodumeno de litio que exporta Australia, el principal productor mundial y que es también el principal abastecedor de China.
Valor agregado
“Exportar carbonato de litio es exportar valor agregado. El complejo litio argentino viene creciendo sostenidamente, rompiendo récords nuevamente este año y con perspectivas de cerrar un 2023 en máximos productivos y exportadores. Mejor que su presente son sus perspectivas a mediano plazo, que esperan ubicarlo entre los cinco principales complejos exportadores argentinos antes que termine la década”, dice el informe de la BCR, firmado por los investigadores Guido D’Angelo y Emilce Terré.
El estudio diferencia los conceptos de “reservas” y “recursos” de litio, algo que a menudo y erróneamente se asimila para afirmar que Bolivia detenta las principales “reservas”, aunque sus muy bajos niveles de exploración reducen su potencialidad productiva. De hecho, Bolivia no produce litio en ninguna medida significativa.
“Argentina dispone de robustas reservas y recursos de litio. Los recursos son el resultado de procesos de exploración y son estimados usando modelos geo-científicos, mientras las reservas representan el subconjunto de los recursos que es extraíble de acuerdo con un plan minero sustentable técnica y económicamente”, aclaran D’Angelo y Terré. Además, prosiguen, EEUU y China tienen robustos volúmenes de reservas y recursos, pero los mismos se destinan fundamentalmente al mercado interno para la producción de baterías para autos eléctricos, la principal fuente de demanda del litio.
En ambos casos, la demanda es superior a la oferta doméstica y de hecho EEUU y China absorben 60% de la exportación del litio argentino, mientras por ahora los niveles de exploración y desarrollo de Australia y Chile los hacen los principales productores; en 2022 explicaron entre ambos el 77% de la producción global.