Este viernes se confirmó la triste noticia del fallecimiento de Ledda Barreiro a los 88 años, histórica referente de las Abuelas de Plaza de Mayo en la ciudad, quien dedicó gran parte de su vida a la búsqueda de hijos y nietos desaparecidos en la última dictadura cívico militar que golpeó al país.
Siempre será recordada por la incansable búsqueda que hizo particularmente de su propio nieto o nieta, quien nació durante el proceso cuando su hija, Silvia Muñoz, fue secuestrada el 22 de diciembre de 1976 en La Plata.
Antes de ser Abuela, como casi todas ellas, Ledda fue Madre y también sobreviviente. La casa que compartía con su marido Alberto Muñoz y sus hijos Antonio, Silvia y Fabián era un lugar de encuentro permanente de amigos y compañeros de militancia en Mar del Plata. Antonio integraba la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y Silvia, la Juventud Universitaria Peronista y Montoneros.
El año 1975 fue bisagra. La persecución en la localidad atlántica de parte de la policía y la CNU resultaba intolerable, así que Antonio y Silvia decidieron salir de la ciudad con sus parejas. Tras un ataque del grupo paraestatal a su casa, en el que los golpearon y torturaron, Ledda, Alberto y Fabián, de 9 años, también se fueron de la ciudad para vivir en distintos lugares del país.
Pocos meses después, en Mendoza, Antonio, de 18 años, fue secuestrado junto a su compañera Ivonne Larrieu y su hija recién nacida. La llegada de su familia permitió que los blanquearan apenas antes del golpe cívico militar del 24 de marzo de 1976 y que unos años después recuperaran la libertad.
Silvia, de 21 años, continuó con su militancia en La Plata con su compañero Gastón Larrieu, hermano de Ivonne. El 22 de diciembre de 1976 la joven fue secuestrada en la calle. Estaba embarazada de dos meses y ese mismo día planeaba contárselo a su familia, con la que se iba a encontrar en una cita secreta en la República de los niños. Al día siguiente también fue secuestrado Gastón y ambos se encuentran desaparecidos.
El 14 de enero de 1978, tras volver a Mar del Plata, Ledda y su esposo Antonio fueron secuestrados y llevados al Centro Clandestino de Detención “La Cueva”, donde permanecieron desaparecidos y fueron sometidos a torturas durante tres meses.
Una vez en libertad, aún bajo vigilancia policial, Ledda comenzó la búsqueda de su hija. Empezó a participar de las reuniones de las madres y familiares en la Parroquia Santa Ana de Mar del Plata y de las marchas que hacían por la calle San Martín.
Formó parte durante todos estos años de la comisión directiva de Abuelas de Plaza de Mayo y fue la principal referente de la organización en Mar del Plata.