“La personalidad de Patricio Peralta Ramos era muy oscura, en donde él ponía la mano siempre pasaban cosas negativas”, asevera el Arq. Roberto Cova, quien escudriñando los libros copiadores de los archivos del Juzgado de Paz de Balcarce, donde se transcribía tanto la correspondencia recibida como la enviada, fue reconstruyendo la protohistoria de nuestra Damisela del Mar, y subvirtiendo mitos.
“Hay mucha fantasía sobre Peralta Ramos, como la historia romántica que narra que Cecilia Robles, paseando con su ´ejemplar esposo´ por la barranca, vio que brillaba la luna sobre el mar, y exclamó: ´¡Que mar de la plata, Patricio!´, y que viene de ahí el nombre de la ciudad, cuando en realidad, Peralta Ramos llegó a estas tierras en el año 1860, conducido por una galera, cuyo cochero se llamaba Luis Moreno. El viaje duró seis días, pero su esposa no lo acompañó porque estaba embarazada y, ese mismo año, moriría en el parto. ¿Cómo una mujer en estado de gravidez, iba a emprender semejante viaje? No resiste el menor análisis”, asegura el Arq. Cova.
Recuerda, también, una anécdota que, a través de la tradición oral familiar asimiló en su infancia, acerca de una persona apellidada Tarella, “quien vivía en la calle Bolívar, en una casa muy vieja, que luego fue demolida, y solía ir a la casa de los Peralta Ramos, ubicada en Luro y La Rioja, a golpear el portón enérgicamente, al tiempo que les reclamaba una deuda, gritándoles: ¡'ladrones, devuélvanme lo que es mío'!”.
La curiosidad y el interés que despertaban aquellas anécdotas familiares, fueron cincelando en aquel infante, la vocación por la historia y, ya adulto, escudriñando los viejos tomos de libros copiadores arrumbados en los archivos del juzgado de paz de Balcarce, tomó conocimiento de un pleito que tuvo Don Patricio Peralta Ramos con los descendientes de los hijos de su socio, un señor llamado Benigno Barbosa, por la posesión de 32 mil hectáreas, que se extendían desde lo que hoy es la Avenida Juan B. Justo hacia el sur, lindando con las posesiones de la familia Martínez de Hoz, y desde el mar hasta la Laguna de Los Padres. Aquel pleito se inició en 1867 y duró treinta años, hasta 1897.
La investigación sobre esa faceta sombría de Don Patricio, condujo al Arq. Coba a tomar contacto con “un señor descendiente de un tal Benigno Barbosa, que tenía un legajo que era del juicio interpuesto por los hijos de Barbosa en contra de Peralta Ramos, quien se había quedado con la mitad de la herencia del señor Barbosa, por haber falsificado documentos. Entonces, este señor, descendiente de Barbosa, me dio un libro, donde empieza con una carta del señor Patricio Peralta Ramos, en la que consta que eran socios, que habían comprado juntos un campo de 32 mil hectáreas. En un momento dado, Benigno Barbosa muere ´misteriosamente´ en una Pulpería porque ´comió mucho arsénico´, según algunas fuentes orales, aunque, oficialmente, se dijo que fue por una indigestión o sea un atracón. Evidentemente, no fue por un atracón de comida”.
Al parecer el letal atracón de aquel hombre, en cuyos datos de nacimiento se consigna como “español, natural de San Luis” porque había nacido durante el Virreinato, habría tenido algo que ver con una incauta propensión a cultivar “amistades peligrosas”.
“Los hijos y descendientes de Barbosa – relata el Arq. Cova – inician un juicio a Peralta Ramos y, en el mismo, constan cosas de las dos partes. Por un lado, que el Señor Peralta Ramos se presenta ante las autoridades públicas, pidiendo saber sí Benigno Barbosa ha muerto intestado o sea sin testamento. Aduce que tiene una propiedad a medias con el Sr. Barbosa, de la que le urge extraer frutos, o sea leña y lana. En consecuencia, junto con otros dos fulanos, uno es el Juez de Paz y otro, no recuerdo si era un Camet o uno de estos que andaban por acá, van a la estancia de Benigno Barbosa, abren la caja fuerte, que era un baúl de fierro grueso, con cerraduras, y encuentran cartas. Una de ellas contenía un testamento a favor de Don Patricio Peralta Ramos ´por la gran amistad que lo unía con él'. Los que escribieron la historia antes que yo, dijeron que la voluntad de Barbosa era dejar las cosas a la hija mayor de Patricio Peralta Ramos, que se llamaba Cecilia como su madre, precisamente, también por ´por la gran amistad que lo unía´”.
“Por otro lado - prosigue-, los Barbosa manifiestan que éste estaba unido de hecho a una mujer con la que no estaba casado porque, en San Luis, tenía otra mujer que era su legítima esposa, a la que había abandonado, y que de la unión de hecho había tenido dos hijos, Timoteo y Mariano. Los descendientes de Timoteo y Mariano seguirán con el juicio a Peralta Ramos, pero el final era previsible”.
Por supuesto, Don Patricio saldría airoso de aquel pleito, y su hijo mayor, Jacinto, lo capitalizaría, pues se quedaría con las tierras en disputa, desplazando, a su vez, al resto de sus propios hermanos, con lo cual revalidaría los atributos de un primogénito que se precie de tal, aunque dejase un ingrato recuerdo, impregnado por la hiel del resentimiento en la descendencia de los desplazados.
La versión oficial del fallecimiento de Benigno Barbosa, socio de Patricio Peralta Ramos, acaecida el 21 de mayo de 1866, se confronta con las fuentes orales coetáneas, que se replican en la tradición familiar de sus descendientes, para quienes no fue una indigestión sino un envenenamiento con arsénico lo que mató a su ancestro. En esos tiempos, el arsénico era utilizado como raticida, y, a lo largo de la historia, no fueron pocos los personajes que apelaron a él para llegar a un trono, ya que tampoco resultaba difícil camuflarlo, dado que los síntomas de envenenamiento con arsénico se asemejan a las patologías gastrointestinales.
Si su muerte estuvo envuelta en un halo de misterio, la de dos de sus descendientes no le fue en saga. Su hijo natural Timoteo, que junto a su hermano Mariano, había iniciado un juicio de reivindicación de tierras contra Patricio Peralta Ramos, falleció prematuramente, al igual que su propia esposa, antes de cumplir treinta años, según nos informa el Sr. Adrián Agüero, chozno de Benigno Barboza, añadiendo que “en el segundo censo, aparece un Timoteo Barbosa de tres años de edad, viviendo con Zenobia Valdez, que era la abuela, y dice: ´huérfano de padre y madre. Es evidente que por una causa murieron ambos…´”.
Desde la “letal indigestión” de Benigno Barbosa, las patologías gastrointestinales se asociaron, fatalmente, a algún entuerto judicial de los Barbosa o los Agüeros contra la familia Peralta Ramos por la reivindicación de las tierras, cuya propiedad habían compartido sus ancestros.
Con respecto al misterioso deceso de Eliseo Agüero, Adrián refiere que “muere en la ciudad de Buenos Aires, intentando ver, en su condición de nieto de Benigno Barbosa, que se podía hacer con el tema de la herencia de su abuela Benigna, si había alguna posibilidad de que algo, que había sido de su bisabuelo, pasase a su madre o a sus nietos”.
“Después de cenar con dos personas, que había conocido en ese viaje a Capital Federal, regresa al hotel, se siente descompuesto, se comunica con su hija, que vivía en Buenos Aires. Inmediatamente, ésta lo va a ver, lo encuentra descompuesto, lo trasladan a un hospital, lo atienden, y le dicen que no es nada, que son dolores circunstanciales. Entonces, la hija lo deja otra vez en el hotel y, al día siguiente, lo encuentran muerto. Siempre está el fantasma de aquella letal indigestión de mi trastaraabuelo Barbosa, dando vueltas”.
“Eliseo – continúa Adrián – intentaba frenar una venta de tierras o un trámite que estaba haciendo la familia Peralta Ramos, para urbanizar terrenos baldíos. Al haber un juicio de reivindicación de por medio, que se quería hacer a los antepasados de estas personas, ese trámite se había frenado. Eliseo había ido con un plano y planteó que Barboza era socio de Patricio Peralta Ramos en 32 mil hectáreas de campo, y que cuando falleció sus hijos naturales, tanto Mariano y Timoteo, fruto de la relación con Zenobia Valdez, como su abuela Benigna, que había nacido también de un vínculo de hecho con Irene Cardozo, no habían recibido nada de la herencia de la que se había apropiado Don Patricio. Incluso, había llegado a entrevistarse con Eva Perón, y a los dos o tres días, posteriores a dicha entrevista, fallece sugestivamente. Eliseo era una persona de carácter abierto y amistoso, y quizás ese rasgo de su personalidad lo haya puesto en la boca del lobo. Presumimos que el encuentro y la última cena con esas dos personas, que había conocido en el que sería el último viaje de su vida, no fue casual. De modo que el apellido Peralta Ramos resultó letalmente indigesto, tanto para los Barbosa como para los Agüeros”.
Obviamente las historias oficiales son tributarias de los vencedores, y si nos atenemos a la historia oficial de nuestra Damisela del Mar, solo podemos colegir que Benigno Barbosa fue un acaudalado hacendado, socio de un prohombre a quien por gratitud, afecto y respeto instituyó como su universal heredero y falleció, inesperadamente, por haber cometido el pecado de la gula; pero ¿quién era realmente Benigno Barbosa?
El Sr. Adrián Agüero rastreando sus raíces, pudo establecer que los antepasados de su trastarabuelo “habían sido militares, Benigno era puntano, nació el 17 de julio de 1808, su madre se llamaba María de la Concepción Lucero y su padre, Juan Francisco Barbosa. No sé si Barboza era mejor persona que Peralta Ramos ni cuáles eran sus intereses, sabemos que, en 1830, formó parte del escuadrón de lanceros puntanos al mando del coronel Juan Pascual Pringles. Hacia el año 1847, tenía una pulpería, en el Fuerte Independencia, que fue proveedor del gobierno, que los pulperos eran los que pagaban con vales los arreglos que hacía Rosas con la tribu de Calfucurá o la de Catriel para que no invadiesen; y que, tres años después, pide en arrendamiento campos en lo que ahora es Benito Juárez, en la Sierra de la Tinta. El 29 de mayo de 1856 compra 6 leguas de campo, en Las Armas, cerca de Ayacucho, en sociedad con Benjamín Zubiaurre y, finalmente, se asocia con Peralta Ramos y adquieren las tierras delimitadas por la Av. Juan B. Justo, la estancia de los Martínez de Hoz, el mar y la Laguna de Los Padres. Suponemos que también poseía tierras en la provincia de San Luis, de donde era oriundo”.
“Le decían el ´Manco de La Loma´ - recuerda Adrián-, e inferimos que vivía en una estancia que se llamaba La Loma, que estaba en Colonia de Barragán, a muy pocos metros del lugar donde muere, en una pulpería llamada La Caldera. Había perdido una mano en la faena de enlazar, de ahí el mote de ´El Manco´. No se sabe dónde fue enterrado, no aparece ni en el cementerio de La Recoleta ni en el de Dolores; pero atrás de la Caldera, hay una zona donde siempre florecen lirios y calas que, normalmente, crecen en los cementerios, en los lugares donde se hacen entierros, así que es probable que, en esa época, allí hayan enterrado gente”.
Además de las 32 mil hectáreas, que se extendían diez kilómetros hacia el sur de la actual Av. Juan B Justo, en un línea paralela, y desde el mar hasta 32 kilómetros, cuyo límite se corresponde con la entrada a la Sierra de Los Padres, y del saladero, en propiedad compartida con Patricio Peralta Ramos, Anacarsis Lanús y Eusebio Zubiaurre, según su chozno “tenía, en sociedad con Benjamín Zubiaurre, hermano de Eusebio, las 6 leguas de campo conocidas como la estancia ´Pozo de Fuego´, que no sabemos si las vendió, antes de fallecer, o seguía siendo copropietario y, en algún momento, tiene que haber heredado tierras en San Luis, y como el único heredero universal era Don Patricio, suponemos que él las ha heredado. Rastreando, por internet, en una biblioteca virtual sobre jurisprudencia, tome conocimiento de que Patricio Peralta Ramos había donado alguna tierra, en San Luis, a un tal Agapito Barboza, quien era hijo de Bernardino, hermano de Benigno, aunque todavía me falta información para saber de qué tierra se trata”.
El Sr. Agüero refiere, además, que “en algunos libros de historia, como el de Enrique Alío, afirman que nombró como única heredera a Cecilia, la hija de Peralta Ramos porque era la ahijada, pero Barbosa no fue el padrino de ninguno de los hijos, quizás pudo haber sido del último, que muere durante el parto junto a su madre. En oportunidad del velatorio, Peralta Ramos escribe unas palabras, y lo nombra a Barbosa como que lo está acompañando en el último adiós a su esposa, Cecilia Robles”.
Al parecer Don Benigno era propenso a cultivar amores, aunque renuente a asumir compromisos, pues de acuerdo al testimonio de su chozno, “supuestamente, no tenía una familia identificada, figura siempre como soltero, en principio no reconoció a ninguno de los tres hijos. Si bien en las partidas de nacimiento figuran con el apellido materno, en el certificado de matrimonio aparecerán con el apellido Barboza. Los tres son hijos naturales. A Timoteo y Mariano los había tenido con una señora llamada Zenobia de la familia Valdez, que poseían muchas tierras, y siguen poseyendo algunos de ellos en la actualidad. Y a mí tatarabuela, Benigna, la tiene con Irene Cardozo, hija de quien fuera el dueño anterior de la Estancia Las Dos María, que después fue de Errecaborde. Ahí es donde Barboza conoció a la muchacha Cardozo, y fruto de esa relación nace mi tatarabuela, que se casará con Sixto Agüero, y tendrán un tambo en la chacra delimitada hoy por las calles Dorrego, Av. Juan B. Justo, Funes y Matheu, donde vivirán casi hasta la década del cincuenta”.
“También sabemos que su hijo, Mariano Barbosa, se casó con Clara Álvarez, una de las hijas de Antonio Álvarez, el primer comisionado de Mar del Plata, quizás también por eso se desparrama tanto el tema de Barbosa que, en algún momento, debe haber sido vox populi. Mariano se instaló, con su esposa, en el sur de la Provincia de La Pampa, en Unanue, donde tuvieron quince hijos, fue proveedor de ganado para el ejército, e hizo una fortuna. Yo me comunique con algunos de sus descendientes, y me contaron que uno de ellos estuvo en el Poder Judicial, y logró sacar el expediente de aquel juicio que los hermanos Barbosa entablaron contra Patricio Peralta Ramos, y que habían puesto en conocimiento del mismo al historiador Roberto Cova”.
La tradición oral familiar acicateó la curiosidad de Adrián, que escudriñó un sinnúmero de archivos de la época, hasta dar con un libro copiador de la correspondencia del Juzgado de Paz de Balcarce, con el que pudo reconstruir los primeros tramos del juicio de sucesión testamentaria de su trastarabuelo, que comprenden el lapso del 22 de octubre de 1866 al 27 de enero de 1867, así como luego halló una copia de la declaración testimonial prestada por Eusebio Zubiaurre, quien fue el único testigo, que presenció los dos inventarios, dispuestos por el Juez de Paz, Juan Bautista Peña, tras la muerte de Barbosa, recreando una historia oculta entre las sombras de los relatos míticos, que idealizaron a Don Patricio Peralta Ramos.
En la próxima entrega de esta investigación, descorreremos el velo de una historia oculta por el relato mitológico que envuelve, entre algodones, al Fundador de la ciudad de Mar del Plata, y revelaremos los avatares del juicio de sucesión testamentaria, y los pormenores del misterioso deceso de Eliseo Agüero, el nieto del Manco de La Loma, quien en 1949 intentó reflotar el juicio de reivindicación de las tierras, que pertenecieron a su abuelo…
(Gentileza: Roberto Latino Rodríguez)