“La extrema derecha está en las puertas del poder”, sentenció el primer ministro y joven dirigente macronista Gabriel Attal en medio de una noche electoral que sacudió a la política francesa. Con una participación que se espera sea récord y ronde entre 65 y 70%, Reagrupación Nacional (RN), la fuerza que comanda Marine Le Pen, ganó su primera elección nacional de su historia y confirmó el crecimiento que ya se había visto en los recientes comicios europeos. Se impuso con 33,2% de los votos en la primera vuelta de las elecciones legislativas anticipadas, convocadas por el presidente Emmanuel Macron, en una jugada que ya está claro le salió mal: su fuerza, Ensemble, quedó tercera, lejos, con 21%.
La desesperación del establishment político -y sin dudas también del económico- no solo se debe a esta victoria de la extrema derecha, sino a que por primera vez desde que la familia Le Pen empezó a colarse en los primeros puestos electorales, allá por 2002, la segunda fuerza no es la derecha tradicional o la nueva derecha moderna de Macron, sino una coalición de izquierda: Nuevo Frente Popular (NFP) con 28,1% de los votos. En otras palabras, por primera vez, la construcción de un frente republicano o cordón sanitario para frenar la llegada al poder de la extrema derecha racista y violenta en una segunda vuelta no favorecía a la derecha, sino a la izquierda.
Apenas un puñado de los 577 diputados de la Asamblea Nacional -la cámara baja del congreso francés cuya mayoría define al primer ministro y al Gobierno en este sistema semi presidencial- obtuvieron más de la mitad de los votos en sus distritos y fueron electos en esta primera vuelta. Al cierre de este artículo 65 ya tienen asegurada su banca: 38 de RN, 20 de NFP y 2 de Ensemble. De los candidatos que pasan al balotaje, por ahora, 398 son de RN, 341 de NFP, 260 de Ensemble y 57 de la derecha tradicional de Los Republicanos.
La mayoría de las bancas, por el contrario, se definirán el próximo domingo 7 de julio en la segunda vuelta. Por eso, ahora empieza una carrera contra el tiempo que definirá si el consenso democrático básico que predominó en los balotajes de los últimos 20 años aún se mantiene.
¿Habrá frente republicano o cordón sanitario para la izquierda?
Los grandes ganadores de la noche fueron Marine Le Pen y el presidente de su partido y su candidato a primer ministro, Jordan Bardella. La veterana dirigente que hace años intenta llegar a la Presidencia celebró “como la responsable política” de RN la victoria, la alta participación electoral y adelantó la estrategia para esta semana: “Prácticamente borramos al bloque macronista”, dijo frente a sus simpatizantes y advirtió que “aún no se ganó” porque la elección se define en el balotaje contra “una extrema izquierda de tendencia violenta, antisemita y anti republicana”. Casualmente, los adjetivos que durante décadas le endilgaron a ella y a su padre, el dirigente filonazi Jean-Marie Le Pen.
No es una estrategia nueva ni de ella. Fue la estrategia que propuso y logró imponer con éxito Macron para garantizar su supervivencia en las urnas en los últimos años. Se definía como un centro entre dos extremos, igualando la extrema derecha con una extrema izquierda. De hecho, cuando la estrella del seleccionado francés, Kylian Mbappé, un hombre que no esconde su buen vínculo con el presidente, se pronunció sobre estas elecciones en una conferencia de prensa hace solo unos días, advirtió sobre “los extremos”, no sobre la extrema derecha nada más.
El veterano líder de izquierda Jean-Luc Mélenchon, en cambio, fue contundente al marcar la posición de su fuerza, como lo hizo en las últimas elecciones. Anunció que los candidatos de la coalición que hayan quedado terceros en un distrito en el que la RN tiene chances de ganar un balotaje se bajarán. “Ni un voto ni una banca más para la RN. Nuestra consigna es clara, nuestra consigna es simple. Cada uno y cada una debe asumir una posición y comprometerse a convencer a los que tiene a su alrededor. De eso depende Francia. De eso depende la República. De eso depende la idea que tenemos de una vida en común”, aseguró.
El candidato de la extrema derecha para ganar el Gobierno: Jordan Bardella
Si el voto se divide o la RN amplía aún más su apoyo el próximo domingo, por primera vez la extrema derecha francesa quedaría cerca o tendría la mayoría para formar Gobierno. En ese caso, Marine Le Pen no sería la primera ministra, pese a ser la cabeza política del partido, sino Jordan Bardella, el joven de 28 años que hace solo siete años la veterana dirigente designó como vocero de la fuerza y, desde entonces, no paró de crecer, siempre empujado por su mano.
“Si obtenemos la mayoría absoluta, voy a ser el primer ministro de las personas comunes”, aseguró en la noche del domingo luego de conocerse los primeros sondeos de boca de urna. Su campaña tiene cuatro ejes: promete respetar la constitución y la "cohabitación" -como se conoce a la situación política en la que el presidente es de un color político y el primer ministro, de otro-, bajar los precios -especialmente de la energía que aumentó con la guerra en Ucrania y las sanciones contra Rusia por la invasión-, “reducir la inmigración ilegal” y aumentar el control sobre la educación pública, una promesa estrictamente ligada a una obsesión de la derecha -tradicional y moderna- de Francia: la identidad nacional.
Aunque Bardella defiende los mismos principios e ideas que Le Pen, su pasado le permitió llegar a lugares donde la veterana y carismática dirigente no pudo. Primero, no pesa sobre él el apellido de Le Pen. En Francia, es un apellido que recuerda a su padre, un dirigente que defendió las cámaras de gas de los campos de exterminio nazi. Por más que Marine hace años que intenta reinventarse y hasta fundó su propio partido, no puede cambiar de apellido. Segundo, es un joven que nació en uno de los suburbios de París que ha visto explotar la violencia policial y que es ejemplo de la segregación social en los últimos años: Seine-Saint-Denis. En otras palabras, no es parte de la élite. Incluso, sus dos padres son de origen italiano y su abuela paterna es argelina.
“Es tiempo de liberar los temas de la inmigración de los clichés sociales. El problema de la extrema izquierda es que quieren la abolición de las fronteras, lo que dejaría a nuestro país indefenso. Esto llevaría a una saturación de los servicios sociales y un retroceso de nuestra identidad francesa”, aseguró en 2022, cuando ya era presidente de la RN, y hacía tres años había ganado la primera minoría francesa en las elecciones europeas. Hace solo unas semanas, repitió ese logro con aún más apoyo y llevó a Macron a convocar a estos comicios legislativos anticipados.