El consumo aparente de carne vacuna, que se calcula como la producción menos las exportaciones, cayó un 20% interanual durante el primer semestre del año.
Este descenso en el consumo se debe principalmente a la caída en el poder adquisitivo de los consumidores y a la disminución de la actividad económica, que ha llevado a un ajuste en el gasto en alimentos. En este contexto, la caída en el consumo de carne vacuna alcanzó niveles históricos bajos y refleja la dura realidad económica que enfrentan los hogares argentinos, señalaron.
Sin embargo, a pesar de esta disminución, el precio actual sigue estando elevado en comparación con el promedio histórico de 2007 a 2023.
Con el objetivo de ajustar sus gastos, muchas familias comenzaron a recurrir a alternativas más económicas como el pollo y el cerdo, dado que la carne vacuna sigue siendo costosa en términos relativos.