Hace 36 años, en el verano que comenzó en 1988 y terminó en 1989, el país vivió una situación grave de crisis energética que indujo al entonces gobierno del presidente Raúl Alfonsín a llevar adelante cortes programados de luz.
No está claro si las interrupciones que se producirán en los próximos meses tendrán la misma magnitud o si abarcarán a algunas zonas o todo el país, pero lo cierto es que no se trata de una situación que muchos argentinos quisieran volver a vivir.
El jefe de Gabinete nacional, Guillermo Francos, causó alarma este domingo al confirmar que habrá cortes de luz programados durante el verano, por la escasez del suministro de energía. El dato trajo el recuerdo del escenario que se vivió hace 36 años, cuando se implementaron drásticos cortes que impactaron también la vida de los argentinos. Nada cambió. O quizás todo empeoró.
En 1988, el gobierno radical impuso un cronograma de interrupciones diarias del servicio para ahorrar energía. La historia se repite más de tres décadas después.
Por entonces, la Argentina vivió una de las peores crisis energéticas de su historia y la sociedad tuvo que acostumbrarse a vivir sin luz durante varias horas al día, porque el gobierno de Raúl Alfonsín aplicó un cronograma de interrupciones del servicio para ahorrar energía.
El alfonsinismo comenzó a limitar la prestación del servicio en abril del 88, pero en diciembre del mismo año debió profundizar las restricciones porque los problemas se agravaron debido al aumento de la demanda (a consecuencia del calor) y por una serie de inconvenientes adicionales: salió de servicio la central nuclear de Atucha, se cayeron dos bombas de la central hidroeléctrica de Embalse Río III y un incendio afectó una red que distribuía luz desde El Chocón.
En ese momento se decidió implementar una batería de medidas más amplia: además de los cortes de luz programados, la hora oficial se adelantó sesenta minutos, desde el 1° de diciembre de 1988 los argentinos nos acostumbramos a cenar con el reflejo de la luz diurna filtrándose por las ventanas. También se redujeron el alumbrado público (se prendía una luz sí, una luz no), y los horarios de transmisión televisiva Los canales abrían su programación, la cerraban por la tarde y la reabrían por la noche, pero el 'prime time' u horario central, que es el segmento horario en el que los canales facturan la mayor parte de sus ingresos publicitarios, fue recortado.
Los cines y teatros también debieron oscurecer sus letreros, factor importante en la difusión de las propuestas. Se prohibieron los espectáculos deportivos nocturnos. Los encuentros deportivos deben ajustar su desarrollo a los períodos de luz solar. Así rezaba la nueva norma. Solemne y letal. Si los jugadores sudaban las casacas, los hinchas no la pasaban mejor bajo el rayo de sol sobre las tribunas en las jornadas de más calor.
Incluso se fijó un orden de apagones de vidrieras y marquesinas, con la advertencia de que el incumplimiento de esta última reglamentación provocaría la aplicación de severas multas a empresarios y comerciantes.
A lo largo de los meses más críticos, no fueron pocos los asuetos administrativos decretados para frenar el consumo de energía demandado de la administración pública.
Para aprovechar la luz natural, oficinas públicas, sindicatos, empresas e industrias decidieron adelantar su apertura. En el caso de las entidades bancarias, el horario de atención se redujo una hora y se estableció de 8 a 12 horas.
Hace 36 años se aplicaban dos cortes diarios de tres horas, con un intervalo de seis horas entre ambos para “ordenar la actividad de los usuarios”, según explicó Roberto Echarte, entonces ministro de Energía. La medida abarcaba un extenso horario (de 6 a 21) y se dejaba abierta la posibilidad de sumar alguna interrupción extra, si la demanda del día era desmesurada.
Al comienzo, los cortes eran sólo de lunes a viernes y duraban un máximo de cinco horas por día. Luego se extendieron en una hora y se agregaron los sábados.
Las interrupciones también afectaron la distribución de agua en las zonas donde se utilizaban estaciones de bombeo.
No había internet ni home office, por lo que algo similar ahora sería mucho más complicado de resolver...
(Redacción-Cazador de Noticias)