Este viernes, las instalaciones del auditorio del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos se vieron colmadas en el marco de la presentación del libro “A media asta. Tribulaciones y pesares de Manuel Belgrano” de Néstor Cremonte, docente investigador especializado en comunicación mediática, auspiciada por la Universidad Nacional de Mar del Plata y la Asociación Civil Mirada Ciudadana. La moderación del evento estuvo a cargo de César Ventimiglia.
Levantar este libro, observar su tapa, detenerse en la imagen, leer el rótulo y la frase que los sostiene conduce, inicialmente, a una pérdida de sentido. ¿Ese es Manuel Belgrano? Diríamos que no. Sabemos de otras narrativas visuales suyas. Atildado. Bien plantado. Arrogante. ¿Qué hace ahí ese anciano desencajado con la mirada quebrada? ¿Y el título? ¿A Media Asta? Originalmente una sentencia del siglo XVII que se irradió como expresión naval de duelo y de muerte. Parece un desajuste, una ironía donde lo no dicho es más que lo dicho, una proposición ajena que contrasta con lo que cualquiera espera justamente del porteño, aquel Belgrano que la enseña nos legó. La línea final habla de tribulaciones y pesares. El sustantivo remite a la doctrina cristiana, tan cara al prócer, al sufrimiento interior, al tormento, a la congoja. En tanto la locución propositiva se podría relacionar con el cuerpo, y vaya si le pesaron las dolencias en su figura maltrecha. De nuevo, el padecimiento y la corporeidad como carga. A pesar de los pesares.
Sombríos interrogantes constituyen el comienzo de una minuciosa investigación emprendida por el autor de A Media Asta. Tribulaciones y pesares de Manuel Belgrano. ¿Por qué Belgrano?, se pregunta Cremonte. Porque en dos libros anteriores su análisis se abocó a la prensa rioplatense y española de principios del siglo XIX, con un desenlace alejado de las corrientes tradicionales de la literatura histórica. Por eso entonces, en esa misma línea despunta éste Belgrano, el ignoto empresario. Un libro imprescindible, polémico y disruptivo, tanto en forma como en contenido para quienes, despojándose de preconceptos y prejuicios, se atrevan a recorrer sus páginas y descifrar al Belgrano empresario.
¿Cómo se formó la camarilla asociada a Agustín Donado, quien abonó seis mil cuatrocientos pesos “por si mismo y a nombre de otros”, para adjudicarse la concesión por el quinquenio 1809-1814 de la única imprenta del virreinato del Río de La Plata, desplazando a los arrendatarios españoles y portugueses? ¿Se trató de una aventura comercial o había algo detrás? El estudio quedó encallado, hasta el hallazgo por parte del autor de un documento revelador: el testamento de Hipólito Vieytes que despejó la incertidumbre. El libro interpela a los hacedores de hagiografías de corrientes variopintas y descorre el velo que encubre la encarnadura humana de Belgrano en su desventurada travesía al Paraguay, su cometido durante todo 1811 y muestra al letrado/publicista/plagiador, que apeló tanto al uso de la fuerza y el terror como a la manipulación de la palabra tipográfica y a la escritura autobiográfica para erigir un propio monumento, que no fue otro que el de la clase a la que pertenecía y construyó su discurso – como fundador y garantía del orden ligado al poder económico acopiando y definiendo conceptos afines a esa prensa, como libertad de expresión, libertad de imprenta y opinión pública desde dos lugares rigurosamente controlados: dicha imprenta y una gazeta oficial.