De entre los grandes desplazados, el primero de ellos fue el ministro de Infraestructura (área posteriormente absorbida por Economía), Guillermo Ferraro. Fue apenas 45 días después de la asunción del nuevo gobierno. Supuestamente se debió a que Ferraro filtró información de una reunión de gabinete en la que el mandatario nacional había apuntado contra los gobernadores. “Los voy a dejar sin un peso”, habría amenazado el mandatario en caso de que no respaldaran la ley ómnibus que se discute en el Congreso
Meses después, el 4 de diciembre último, Ferraro murió. Tenía 69 años y, antes de su breve gestión por el Poder Ejecutivo, había tenido a cargo nada menos que la fiscalización de la segunda vuelta que Milei le ganó a Sergio Massa y se convirtió en Presidente.
A fines de mayo le tocó a Nicolás Posse como jefe de Gabinete, cargo en el que Milei puso a Guillermo Francos (quien ocupa ese puesto actualmente), que venía de ser ministro del Interior, una cartera que ya no existe como tal. Días después Milei reveló que lo despidió porque, a su criterio, “no cumplió objetivos”: “Fue eyectado aunque era amigo mío [desde] hace 18 años”, dijo
En septiembre fue el turno de Mario Russo, quien renunció como ministro de Salud y en su lugar quedó el actual titular de la cartera, Mario Lugones. Y al mes siguiente fue echada Diana Mondino, la ministra de Relaciones Exteriores y Culto. La sucedió en la Cancillería el embajador Gerardo Werthein.