En el marco de la sesión especial del Concejo Deliberante en homenaje al Papa Francisco, el obispo diocesano, monseñor Ernesto Giobando, además de evocar su figura y su mensaje, instó a los ediles a que “si hay conflictos y luchas en este recinto, no dejen de llamarme pero, sobre todo, no para dar doctrina, sino para que se den la mano, para que se acerquen y para buscar consensos, para dejar de fracturarnos y fracturar la sociedad, y si no se arreglan, yo también me puedo agachar y besarles los pies”.
Previamente, había evocado la enseñanza que el Papa Francisco dejara en 2019 como legado con un fuerte gesto de apoyo al proceso de pacificación en Sudán del Sur, al recibir a los líderes de los dos grupos enfrentados en la nación, a quienes convocó a ser “artesanos de la paz”, circunstancia en la que sorprendió a todos al arrodillarse y besar sus pies.
En otro tramo de su alocución, Giobando, que es jesuita, al igual que Jorge Bergoglio, quien lo formó, ponderó que “una característica de su vida ha sido la coherencia y, como dije en la homilía del lunes, también la provocación, nos provocaba para sacarnos de esa zona de confort. Y nadie podrá decir que se acomodó a las circunstancias para sacar una ventaja personal o coyuntural. ´No a lo coyuntural sino a los procesos´, repetía siempre. Hay que generar procesos, no provocar coyunturas. Para Francisco su vida y misión ha sido vivir el Evangelio de Jesús hasta las últimas consecuencias, sin esta perspectiva no es posible entender la vida y el mensaje de Francisco, uno hombre creyente”.
Asimismo, subrayó que “esa coherencia lo llevó a que lo elogien o lo critiquen. Antes de ser elegido como Papa, se le puso mucha gente y opinión en contra. Después de elegido, como suele ocurrir, llegaron los viajes y las fotos y el aprovechamiento de su lugar y de su cargo. Muchos querían ir al Vaticano que era dónde vivía y trabajaba, pero su vida y su corazón estaban en el Evangelio, en las calles, entre la gente y con los pobres”.
“Después de un tiempo – continuó -, comenzó un ninguneo de su figura y su mensaje, ubicándolo de un lado de la grieta que nos divide y que deja tantos problemas de la gente común y sencilla sin resolver. La grieta puede ser una buena evasión, sigamos hablando de la grieta, pero ¿qué tal si hablamos de los millones de pobres que hay en la Argentina y de solucionar sus problemas?”.
También, resaltó que “Francisco recibió a todos, perdonó a todos, con gestos y palabras, no sólo de este fin del mundo, sino a todos los líderes políticos y religiosos. Realmente - y perdón que utilice un término futbolero , que a él le gustaba y a mí también - , jugó en una Liga Mayor e invitó a jugar en esa Liga a los excluidos, a los discriminados por su condición sexual, a los marginados que están tirados al borde del camino, a los inmigrantes y desplazados, a los enfermos, a los presos. En el equipo de Francisco que es el equipo de la Iglesia que soñó y a la cual entregó su vida hasta el último segundo, están invitados todos, todos, todos”.
“Sin olvidar que luchó por el rol de la mujer, por su inclusión y la igualdad de género no sólo en documentos y declaraciones, sino en hechos concretos y en su propia casa. En el Vaticano, una religiosa por primera vez es prefecta de un dicasterio, que es como un ministerio y era un lugar históricamente reservado a los cardenales y ahora hay una monja presidenta de un dicasterio, y en otros cargos más del Vaticano, por ejemplo, en cuestiones de finanzas. Además, de dialogar con todos los líderes religiosos: judíos, musulmanes, ortodoxos, evangélicos y de otras religiones, siempre con una actitud de escucha, comprensión y de respeto, no desde la cátedra sino desde el piso, agachándose”, concluyó, haciendo nuevamente alusión al fuerte gesto de apoyo al proceso de pacificación en Sudán del Sur.
