Por Jorge Núñez
Poeta y periodista. Ex Coordinador del Consejo Municipal de Cultura de Gral. Pueyrredon
La historia de la organización de los trabajadores en la Argentina es extensa y rica en experiencia, al punto de haberse desarrollado a lo largo de un siglo y ser considerada “la columna vertebral” del mayor movimiento político de este país desde 1945 hasta la fecha. Sin embargo, ahora enfrenta un enorme desafío ante un gobierno que pretende hacer “tabula rasa” con todos los derechos laborales conquistados.
Desde la época de la colonia, con su sistema de trabajo forzado, pasando por la primera y segunda revolución industrial que se valió de la mano de obra de la masa proletaria, hasta los regímenes neoliberales contemporáneos, millones de seres humanos han puesto el cuerpo para construir muestra nación. Ya desde la resistencia y levantamientos indígenas contra el imperio español se pueden pesquisar las primeras luchas contra la explotación y el expolio. La Revolución de Mayo de 1810 y la Asamblea del Año XIII fueron abolicionistas de la servidumbre, la encomienda y la esclavitud. Luego los gauchos serían los que se rebelan frente a estancieros y terratenientes, mientras las ideas del socialismo europeo se expanden hasta llegar por estas tierras. Según los registros oficiales, el 18 de abril de 1858 se lanza el primer periódico obrero de la historia argentina, “El Proletario”, dirigido por Lucas Fernández. La inmigración de comienzos del Siglo XX y el modelo agroexportador de Argentina lo ubicó en el papel de proveedor de materias primas del Imperio Británico. Obreros y campesinos protagonizaran largas jornadas de protesta a lo largo y a lo ancho del país, siendo muchas veces trágicas las represiones del poder político para sofocarlas.
Con el advenimiento del peronismo se materializan en legislación derechos laborales bajo las banderas de “Justicia Social, Independencia Económica y Soberanía Política”, por un período que tendrá posteriores regresiones con los luctuosos golpes militares en las décadas del 50, 60 y 70. La Confederación General del Trabajo (CGT) -creada en 1930- seguirá siendo un actor principal. Los gremios resisten, hay avances y retrocesos, pero también consensos básicos sobre el mundo del trabajo, en consonancia con acuerdos internacionales: salario mínimo, vacaciones, aguinaldo, cobertura de salud, medidas de seguridad e higiene en el trabajo, indemnización por despido, seguro de desempleo, jubilación, entre otros “derechos adquiridos”.
En los años 90 del neoliberalismo menemista, la ola privatizadora y de “modernización del Estado” dejará cientos de miles de trabajadores en la calle. Serán la CGT y la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) las que se movilicen y resistan. Y luego de la crisis del 2001 también surgirán los movimientos sociales.
Con la irrupción reciente de un gobierno “anarco capitalista” los sectores concentrados de la economía quieren barrer con todo e instaurar “nuevas bases” para una Argentina sin “justicia social”, sin Estado, sin derechos y sin soberanía. Y estas afirmaciones no son una interpretación, son una descripción sintetizada de los discursos y acciones del actual Presidente de la República, y de sus principales Ministros y legisladores. Vinieron con una “motosierra” para romper el contrato democrático vigente desde 1983. Por eso ésta es una nueva hora para los sindicatos: un llamado urgente a defender los puestos de trabajo, el poder adquisitivo de los salarios, el empleo público, las jubilaciones y pensiones dignas, el acceso a la salud, la educación, los servicios públicos, la vivienda propia o en alquiler, el comercio, las Pymes y la industria nacional.
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