El magistrado puso en conocimiento de la situación a la Cámara del Crimen y explicó que tenía la causa en su domicilio porque preparaba un escrito en el que iba a reiterar un pedido al Gobierno para que dispusiera el levantamiento del secreto en los organismos de inteligencia del Estado, con el fin de que aportaran toda la información que tuvieran sobre el robo de las manos de Perón.

Además, el juez precisó que se habría tratado de una operación de inteligencia, ya que los intrusos que entraron en su domicilio sólo se llevaron un portafolio que contenía los cuerpos de la causa, su computadora portátil, su agenda electrónica y su teléfono celular. Baños aclaró, en una nota dirigida al presidente de la Cámara del Crimen, que “no fue sustraído ningún elemento de valor, tales como equipos de música, instrumentos musicales, alhajas, relojes ni dinero en efectivo, aun cuando varios de esos bienes se encontraban perfectamente a disposición de los intrusos”.

Por otro lado, el diario La Nación reveló que el mismo día de los hechos, un cuñado del juez, que lo había acompañado a revisar la casa después del robo, recibió varias llamadas telefónicas en las que le preguntaban por un tal “Justinio Valentino”.

Según consignó Baños, analistas de inteligencia le indicaron que el nombre era una clara referencia a quien “hace justicia” y a quien “se hace el valiente”.

Baños manifestó que estaba desconcertado y que intentaría reconstruir la causa en los próximos días.

UN POCO DE HISTORIA

La tumba de Perón fue profanada en el cementerio de la Chacarita en junio de 1987.

Actualmente, la investigación judicial no tiene detenidos ni imputados. Los últimos acusados fueron sobreseídos en 1990. En aquel momento se archivó la causa.

El primer juez del caso, Far Suau, falleció el 25 de noviembre de 1988 en un accidente automovilístico en la ruta 3. Su Ford Sierra se salió del camino y se estrelló contra un peñasco. Las causas del accidente nunca quedaron del todo claras.

En agosto de 1994, el juez Baños reabrió la investigación tras el hallazgo de un juego de llaves más que particular en la comisaría 29, con jurisdicción sobre el cementerio de la Chacarita.

Es importante tener en cuenta que la bóveda de Perón se abre a través de un sistema riguroso: el blíndex que resguarda el féretro contiene cuatro cerraduras que sólo se abren con doce llaves. Una copia de ese juego, que hoy guarda el escribano general de la Nación, Natalio Etchegaray, apareció misteriosamente en esa comisaría.