La seguridad, tanto física como jurídica, es un presupuesto básico tanto para la producción como para la circulación de bienes y servicios. Su ausencia demanda un desmesurado incremento en los costos de los productos que implica, necesariamente, aumentos en los productos finales y una transferencia de inversiones a sectores no productivos o de servcicios.
Retomar una aceptable seguridad ciudadana se torna imperioso para revertir la desocupación y la marginalidad, resultando imprescindible que, quienes tienen la responsabilidad de hacerlo, abandonen esa actitud antisocial de invertir las ecuaciones de la realidad para nutrir, a costa de la calidad de vida de los ciudadanos, absurdas ideologías. Mezquinos y mentirosos discursos con anclaje en artificiales posturas que , lo único que han garantizado, es la impunidad de los delincuentes y la victimización del pueblo.
No se compadece con la congruencia y el principio republicano de no contradicción , arengar contra la desocupación y sus consecuencias delictivas para luego promover prejuiciosas restricciones contra la inversión de capitales, capaces de ayudar a erradicar ese flagelo social generando fuentes de trabajo genuinas y no dádivas prebendarias.
Por el contrario se estará adoptando una actitud esquizofrénica, propia de quienes, cegados por el velo de una ideología ya fracasada a fines del siglo pasado, se empeñan en persistir en el error. Negar esta realidad es ratificarle al pueblo que la ignorancia es la meta de los necios.
Dr. Gustavo Demarchi
Abogado
(La opinión de los columnistas no siempre coincide con el pensamiento de la Dirección General).