Desde hace unos meses, este espacio residencial ya no es el mismo. La delincuencia ha ganado terreno en el lugar y los vecinos están cada vez más preocupados por la creciente inseguridad.
Arrebatos, robos, asaltos. Palabras peligrosas que traducen en letras lo que sucede cada vez más a menudo en Bosque Alegre.
El último jueves, una chica de 15 años salió con sus amigos del colegio y, al ingresar al barrio, fue amedrentada por unos pibes, apenas más grandes que ella, que le pusieron un arma en el pecho para quedarse con su celular. Sólo por citar un caso...
Así, la alerta roja comienza a encenderse entre los habitantes de la zona, que a diario sufren o escuchan hablar de hechos similares. Lo que más los alarma es que los episodios se cometen a cualquier hora del día, sin importar la luz o el tránsito que haya.
Los delicuentes, en su mayoría jóvenes, aprovechan la estructura del barrio para llevar a cabo su propósito, pues la forma inusual de las calles les permite escabullirse con rapidez y les facilita las vías de escape.
Para la Policía, sucede todo lo contrario: el desconocimiento de la zona y la complicada numeración - sobre todo de la arteria principal - hacen que los patrulleros se pierdan y, por ende, complican el accionar de los efectivos.