Este viernes, se realizó en la Alcaidía de Batán, -Unidad Penitenciaria n°44-, la celebración del décimo aniversario desde su creación. Monseñor Antonio Marino, obispo de Mar del Plata, estuvo presente junto a otras autoridades de la ciudad y la provincia. También la hermana Helena Kuc, delegada de la pastoral penitenciaria de la diócesis de Mar del Plata, y el capellán, presbítero Daniel Climente, se hicieron presentes en el lugar.
Luego de la entonación del himno, con la musicalización de la banda de música del GADA 601, monseñor Marino realizó una invocación religiosa, en la que bendijo una imagen que fue emplazada en la puerta de la Alcaidía. La imagen de la Virgen María, en su advocación de la Medalla Milagrosa, fue pintada por internos del lugar, y en esta ocasión bendecida por el obispo.
“A nosotros que gozamos del don de la libertad haznos instrumentos de paz, unidad, misericordia, tolerancia y justicia ante nuestros hermanos privados de libertad. Implora para nosotros, ante tu divino Hijo la fuerza del Espíritu Santo para convertirnos en humildes mensajeros de tu amor. Que nuestros labios pronuncien siempre palabras de aliento, solidaridad y esperanza. Que el Espíritu Santo transforme nuestro corazón, nuestra vida y la de aquellos a los que queremos acompañar. Que este compartir sea espacio de crecimiento, liberación, reconciliación para con ellos mismos con Dios, la familia y la sociedad. Que tu amor de madre nos ayude a ser fieles, en esta misión de ser iglesia de ambos lados, de esta alcaidía”, pidió monseñor Marino, ante la imagen de la Virgen, que luego roció con agua bendita.
Por su parte, la hermana Helena Kuc, en representación de toda la pastoral penitenciaria que trabaja diariamente en las cárceles de Batán, regaló al director de la mencionada unidad, prefecto mayor, Mario Vapore, un crucifijo con palabras del papa Francisco a los privados de libertad. La religiosa dijo “que las cárceles, sean no para castigo sino para preparar a la gente para que vuelva a la sociedad. Este es nuestro deseo, nuestra fe, que cada persona puede recuperarse, que puede ser un hombre nuevo. Si hoy festejamos 10 años, yo me estoy preguntando cuántos hombres han salido de esta alcaidía y han podido incorporarse en la sociedad, y han podido encontrar un trabajo, o seguir como padres de familias. El deseo sería que no existan las cárceles algún día, de nosotros depende que pongamos nuestro granito de arena. En este año de la misericordia, quiero dejar esta cruz, de parte de la pastoral, Jesús dio la vida por todos, sin excepción, uno puede caer, pero puede levantarse y nosotros podemos dar una mano. Podemos hacernos los distraídos, decir que este nunca se va a levantar y volvió a caer y esta acá, pero para Dios no hay tiempo y siempre va a tener la mano extendida”.